Regatear o gambetear, renuncia imposible en el fútbol. 2 de 2.

21.01.2023 00:00 de  MAROGAR .   ver lecturas

“La gambeta es el arte del engaño en el fútbol. Es la picardía en estado sublime”. (Gabriel Briceño).

            Aseguran en Panenka que la globalización tumbó las fronteras del fútbol. La profesionalización de la formación, como fábricas de jugadores homogéneos en Occidente, y las corrientes tácticas conservadoras en la élite, que eliminan a extremos y mediapuntas, crecen a costa del regateador, del artista. Y este fútbol nos hará sentir cada vez menos vivos, solo los goles nos levantarán del sofá. El mismo Ramón Besa aseguró que “La evolución del fútbol, de la vida y de la ciencia va en contra del regateador… Tiene un punto de incomprendido, de poeta maldito”.

           Pero ya en marzo de 2010, Gabriel Briceño había escrito “Elogio a la gambeta”: “Es la coordinación perfecta entre la cabeza, la cintura, las piernas, los pies y la pelota, para eludir rivales y hacerles creer lo contrario de lo que se va a realizar, y en fracción de segundos. Es como un relámpago con poderes divinos que se les mete en el cuerpo a unos pocos elegidos, a quienes los hinchas elevan a la condición de dioses… Pero siempre será mejor ver una gambeta que tratar de explicarla con palabras”.

           En “El fútbol” del húngaro Árpad Csanadi definió la gambeta como “la serie de movimientos de engaño que ejecuta el jugador con el balón”, mientras que Marcelo Bielsa pregona en su libro “Lo suficientemente loco” a sus dirigidos: “En ataque, se europeícen para desmarcarse, y se argentinicen para gambetear”. Lo mismo que Valdano en sus “Cuadernos” escribe sobre la gambeta: “El auténtico talento se expresa mintiendo y hay que usar el cuerpo para hacerle creer al rival lo contrario de lo que intentaremos: el pie hace prestidigitación el con el balón; para las piernas es tan importante acelerar como frenar; la cintura se hamaca para engañar y hasta los ojos miran el sitio falso”.

          Es bueno recurrir a expertos en esta exclusiva materia, como Willington, que brilló en Millonarios de América: “La gambeta es la virtud que uno tiene para engañar al rival y es muy importante para quitarse la marca en el uno contra uno y dejar a un compañero en posición de gol, o para tratar de hacer un gol uno mismo”. Y dice “Gambeta” Estrada, ídolo del Cali, Millonarios y Medellín entre otros: “Es la capacidad que tiene un futbolista de hacer malabares con la pelota y así mismo es una acción importantísima en lo colectivo, pese a ser individual, porque desequilibra y le da realce al juego”.

           Observamos que ya en 2010 tenían la inquietud de la desaparición del hombre regateador, de ese que permite desequilibrar a otros futbolistas o a equipos enteros. En realidad, todos admiramos al individualista, pero no le dejamos actuar cuando están en nuestros equipos y los tememos cuando ejercen en el equipo contrario. De hecho, la gran mayoría de aficionados siguen pensando que jugar al fútbol es cuando unos y otros se regatean, haciendo virguerías con el balón. Y se aburren, cómo no, con ese fútbol táctico tan “pesado” de mantener la bola durante acciones y acciones, avanzando lo justo, esperando que el contrario vaya a presionar al campo contrario y si no, apenas salen conduciendo ni liberando defensores. Porque analicemos aquello de “sacar el balón jugado desde el portero”. Éste la mueve a un central, éste se la da al otro en horizontal, el segundo central se la mueve al lateral de la izquierda que aunque no encuentra oposición tampoco se decide a recibirla y avanzar sino que se da la vuelta y vuelve a devolvérsela a su compañero central, y vuelta, y vuelta, y vuelta… ¿Este fútbol es el de jugar a la posesión y también a la posición? Sinceramente, algo está fallando…

          Porque, valorando y contraponiendo estilos, ¿cual de ellos es más bello? ¿Es que todavía no nos hemos enterado que hay que conjugar ambas, si bien el fútbol colectivo debe avanzar más a menudo hacia la portería contraria?

         21.Enero.2023.