“El falso 9, reinventado”. 13 de n/.

28.08.2025 07:00 de  MAROGAR .   ver lecturas

“Lo que significó que Bullock se convirtiera en el segundo “falso 9” de la historia, aunque por razones muy distintas de las que quince años antes habían impulsado a José Piendibene a hacerlo”.

(…) “Al retrasar al mediocentro hasta la zaga se abría un gran espacio en el centro del campo que Chapman ocupaba haciendo retroceder a uno de sus atacantes interiores; en cambio, el Bury pasó a ocupar la zona vaciada, una “tierra de nadie”, mediante su delantero centro, lo que significó que Bullock se convirtiera en el segundo “falso 9” de la historia, aunque por razones muy distintas de las que quince años antes habían impulsado a José Piendibene a hacerlo. Si en el caso del uruguayo los motivos para retrasarse y atacar en forma de abanico fueron su deseo de iniciar el juego de ataque acompañando al mediocentro Harley y, al mismo tiempo, compensar la falta de profundidad del ataque en línea, lo que movería al inglés Bullock fue la necesidad de ocupar el gigantesco espacio que quedaba vacío por haber retrasado al mediocentro hasta la zaga”. 

(…) “Su pasión por el juego escocés y la creencia de que la combinación de pases cortos era el mejor modo de atacar estuvo en la base de la decisión de Bullock. Así pues, comprobamos que el origen de esta función se dio por pura intuición de los futbolistas. En el caso de Piendibene, como mecanismo para iniciar y organizar el juego de ataque; en el de Bullock, como medida para aprovechar el vacío provocado en el centro del campo por la nueva regla. Poco después se repetiría el mismo fenómeno, esta vez en Argentina, donde Gabino Sosa y Luis Ravaschino inaugurarían una fecunda sucesión de delanteros retrasados, culminada cuando Adolfo Pedernera asumió la misma función de falso 9 dentro de “La Máquina” de River. Su gran mentor, Carlos Peucelle, resumió de forma sencilla cómo se produjo dicha intuición: “Yo no hice nada. Son cosas que se dan. Y se dan, se presentan, no se preparan”.

(…) “Al igual que sintieron José Piendibene y Norman Bullock (y también Jimmy Seed), del mismo modo Pedernera se hizo “falso 9”: por intuición. Sencillamente, se dio. Y lo mismo ocurrió en el Wunderteam austriaco, donde ni Hugo Meisl ni Jimmy Hogan tuvieron la más mínima intervención en que, primero, Friedrich Gschweidl y, más tarde, Matthias Sindelar ejercieran como “falso 9” de la selección. A medida que el juego evolucionó a lo largo de la historia surgieron otros tipos de procesos más reflexivos y analíticos. En Budapest, el laboratorio húngaro de los años treinta llegó a conclusiones parecidas para investir al todoterreno György Sárosi como “falso 9” de la selección finalista del Mundial 1938; y el laboratorio de los años cincuenta hizo lo propio hasta con cuatro jugadores diferentes: Péter Palotás, Nándor Hidegkuti, Ferenc Szusza y Lajos Tichy”.

(…) “Imitación, inspiración, transmisión. Este tipo de reflexión por parte de los entrenadores siempre tuvo una estrecha relación con la experiencia. Los técnicos húngaros de los años cincuenta que implantaron con éxito el “falso 9” se inspiraron en las ideas que impulsaron los propios húngaros en los años veinte. Si el primer laboratorio de Budapest estuvo formado, entre 1916 y 1930, por hombres como Jimmy Hogan, Zoltán Opata, Gyula Mándi, Béla Guttmann, Márton Bukovi, Pál Titkos, Jenö Kálmár o Gusztáv Sebes, el segundo laboratorio lo compusieron, veinticinco años más tarde, precisamente Sebes, Mándi, Opata, Titkos, Kálmár y Bukovi, convertidos todos ellos en expertos entrenadores”. 

(…) “Además de la intuición y la reflexión hubo otros estímulos distintos que fomentaron la puesta en marcha del “falso 9” en algunos equipos. Estos estímulos son la imitación, la inspiración y la transmisión hereditaria. Cuando Norman Bullock se retiró del juego activo y pasó a entrenar al “Bury FC”, lo primero que hizo fue situar a Ernie Matthews como “falso 9”. Y cuando el extremo derecho de aquel equipo, George Raynor, se convirtió en seleccionador de Suecia, asumió el legado aprendido junto a Bullock y Matthews, e implantó la misma función en una selección que durante diez largos años (1948-1958) sería una de las más poderosas del mundo. Del mismo modo, la transmisión hereditaria está en la base de la decisión de Pep Guardiola de alinear a Leo Messi como “falso 9”: “Johan nos lo enseñó. Con Messi hicimos lo mismo de Laudrup. ¿Por qué? Porque yo lo había vivido en persona en la época de Johan”. 

Salamanca, 28. agosto. 2025.