Jugar bien es una posibilidad, no una garantía
¿Por qué no se puede garantizar la repetición del buen juego? Hoy en día, los analistas descomponen jugadas, posicionamientos, patrones de pase, zonas de presión, etcétera. Pero jugar bien no es solo la suma de esos datos: implica decisiones en tiempo real, intuición, clima emocional, contexto del rival... una dimensión humana que escapa al dato frío.
Seguimos sin conocer por qué se puede fallar estrepitosamente después de brillar. Pocas horas antes. Porque el fútbol es imprevisible y depende de múltiples variables: El rival se adapta y te neutraliza, cambia el contexto emocional (Presión, confianza, entorno), el cuerpo no responde igual cada día, aunque haya 11 jugadores en el equipo, lo que un día fluye, otro día se fuerza. Y, sobre todo, porque el fútbol es un arte colectivo e inestable: no hay fórmulas mágicas. Por más que haya muchos periodistas, aficionados y analistas que siguen pensando que las inteconexiones entre jugadores son automáticas para tofo un campeonato.
El fútbol vendría a ser, también, como un poema que debe escribirse de nuevo, aunque ya se haya escrito uno sublime la jornada anterior. Pero no podemos excluir la disonancia entre relato y realidad clasificatoria, fenómeno típico del fútbol contemporáneo, donde el discurso mediático moldea percepciones con una potencia que a veces desafía los propios resultados. En 2025, es evidente que el Barcelona, en la Liga española, ha sido envuelto en un aura estética porque se valora tanto su juventud, su apuesta por cantera, su juego asociativo, sus momentos brillantes y muy goleadores. Se premia la idea, incluso por encima de la consistencia. Si bien, el equipo también recibió demasiados goles. En cambio, al Real Madrid se le niega "estilo", se le critica su juego pragmático, sus bajones de intensidad o su dependencia de individualidades. A falta de 4 jornadas, si el Real Madrid hubiera ganado en Montjuit se hubiera situado a 1 puntos, muy cerca de competir por el primer puesto del Barça. Éstos, sin embargo ganaron al final por 4-3, cuando el Real Madrid comenzó ganando por 2-0. Pero el Barça en media hora arrasó las defensas enemigas, sin discusión.
Hay una tensión entre el fútbol que se ve, el que se cuenta y el que se puntúa. Se está generando una ficción futbolística donde el Real Madrid aparece, paradójicamente, como el menos meritorio entre los que compiten por todo. Una especie de gigante sin poesía, al que se le exige espectáculo y renovación constante, mientras a otros se les celebra el "proceso", el "estilo" o incluso una derrota digna (Ejemplo proverbial es el Atlético de Madrid, siempre bendecido el equipo y su entrenador como equipos en el universo fútbol). De hecho, no se valora las desgracias del Real Madrid por la pérdida de 5 defensas frente al Barcelona. También en otras fases del Campeonato.
El fútbol moderno no solo premia el juego o el gol, sino la historia que lo envuelve. Y allí, el Real Madrid, por su grandeza reiterada, incomoda. No puede ser héroe porque siempre se le exige ser dios. Como dijera el entrenador más inteligente de la tierra, Vujadin Boskov, "Fútbol es fútbol". Y no sigamos elucubrando. Porque el campeón indiscutible de esta Liga 2024/25 ha sido el Barcelona, prácticamente faltando tres jornadas del calendario. Y con jóvenes que han rendido muy por encima de sus expectativas.
Salamanca, 14 de mayo de 2025