Vamos a filosofar un rato sobre el fútbol. 2 de 2.

02.07.2022 00:00 de MAROGAR .   ver lecturas

“El aficionado tampoco es tonto, “un débil mental no puede entender el fútbol porque tiene que saberse 400 nombres, jugadores, ciudades, árbitros, saber leer las tablas de clasificación y lo que es el “goal average”. Pero además es que no es un mero espectador: su pasión, incluso su ira, forma parte del juego”. (Gustavo Bueno)

           En “Esfinge”, Manuel García Moldes, ilustró: “El fútbol, como deporte, es un juego de equipo; por ello, podemos aprender de él valores humanos, como el sentido del deber, la solidaridad, la responsabilidad y el compromiso moral, no solo con los demás, sino también con nosotros mismos, y además podemos aprender también el valor de la fidelidad… En el fútbol, todos los jugadores de cada equipo saltan al terreno de juego con una estrategia: 4-4-2, doble rombo, marcaje hombre a hombre…; en la vida ocurre igual. La filosofía nos enseña que nada ocurre por casualidad, sino que todo ocurre por necesidad, todo obedece a una ley; otra cuestión es que nosotros no conozcamos esa ley”. 

          (…) “Quiero finalizar esta breve reflexión con un hecho que ocurrió hace unos años en un partido de una liga de futbol de aficionados en Galicia: un jugador tiene la pelota en su área; de repente, escucha el pitido de un silbato y cree que el árbitro ha parado el partido. Entonces se para y coge la pelota con la mano, el árbitro se dirige a él y pita penalti; el pitido había venido de la grada. La pena máxima no se puede revocar. Entonces ocurrió algo increíble, el delantero encargado de lanzar el penalti habla aparte con el portero rival y le dice hacia dónde va a tirar la pelota para que pueda pararla. El portero no le cree, pero así ocurrió. Tuve la suerte de charlar con este portero, un joven de veinte años. Me comentaba que no era capaz de comprender los motivos de ese comportamiento en el delantero rival; en aquel momento yo no tuve respuesta, a veces el silencio es la mejor respuesta… Lo importante no es ganar o perder, lo importante es cómo se juega…”

           También Gustavo Bueno, filósofo, nos dejó otras varias reflexiones (ABC, 11.04.2020) : “Bueno… destaca el carácter artificioso del fútbol. Es arte, “como un soneto”, llevar el balón con los pies es un artificio. No es natural. No sitúa el núcleo del deporte en la emoción o el sentimiento, ni en la evolución de un acto instintivo, sino en lo artificioso, en la ceremonia que es cada partido y en la reglamentación, en la “normativización” que hicieron los ingleses en el siglo XIX partiendo de modelos griegos y romanos. En ese momento el juego queda configurado como una competición de suma cero, en la que gana uno u otro, violenta (el chut es un balazo) y abierta, frente a la naturaleza cubierta de deportes como el baloncesto, que él despreciaba”.

           Continúa reflexionando: “El fútbol no es trágico, ni heroico. Al observar la celebración del “Mundial de España”, espantado de la vulgaridad de los futbolistas, consideró que actuaban como primates, no como héroes… El fútbol si es algo será un drama, no una tragedia (esto nos debería alejar de cierto cansino tono épico). Como núcleo, el fútbol es ceremonia y normas. La dominación del primate mediante reglas. Ese impulso interno queda sometido voluntariamente a límites, “reaccionarios”. Exalta el elemento restrictivo del fútbol, del que surge la libertad para el juego. De la codificación surge la artificiosidad, el “meter la pelota en la portería”, que le parece una joya analítica de observación y algo importantísimo y complejo. El futbolista, para ello, se “automutila”, renuncia a las manos. El darle a una pelota pudo ser en un origen un hecho instintivo, pero ya no, chutar ya es una institución antropológica, perfeccionada tras millones de intentos”.

          Son pensamientos elevados que se nos pueden escapar por su profundidad, disquisiciones complejas que los futbolistas les costaría reparar en ello incluso retener sus fundamentos. Tal es así que me recuerda aquel comentario que, una vez, hizo una vieja analfabeta cuando le preguntaron que definiera “el coito” y contestó, pragmáticamente, “Ah, yo no sé definirlo; pero sé hacerlo”.

         2.julio.2022.