Hace pocas fechas, Manuel Pelegrini, entrenador veterano de fútbol, hoy dirigiendo al Betis de Sevilla, propone una mejora futura en el Reglamento: Incorporar la regla del “Campo atrás”. Así como también manifestó su escepticismo sobre los cambios que propone Wenger sobre el ”fuera de juego” actual. Por decirlo todo, me adhiero totalmente con la primera idea y algún suplemento que añadiría de mi cosecha; y sobre el fuera de juego, no estoy muy conforme con la aplicación actual de la norma.

      Sin duda, el fútbol necesita avanzar, insistiendo que nació como una carrera hacia el gol. No hacia atrás, ni hacia el lado: hacia el frente, hacia lo desconocido, hacia la posibilidad de vencer y de perder con la misma dignidad. Sin embargo, el fútbol moderno ha domesticado su vértigo. Los equipos se protegen en campo propio, los defensas tocan sin intención, los mediocentros esconden el riesgo bajo la alfombra de la posesión. El balón ya no avanza: administra su miedo.

      Por lo que la propuesta de Manuel Pelegrini – la regla del “Campo atrás” – abre una rendija luminosa. Es una idea sencilla y revolucionaria, proveniente del baloncesto, sobre todo: “Si un equipo ha cruzado la mitad del campo, no debe volver atrás.” Con ese gesto, el fútbol recobraría su dirección natural. El juego se haría más valiente, más directo, más sincero, menos especulativo. Cada avance sería una decisión y no una rutina. Cada pase, una declaración de intenciones.

      Aún recuerdo de mi etapa de entrenador de juveniles que puse en práctica lo que yo llamaba “presión inversa”, donde los delanteros en lugar de presionar y oponerse a la salida del balón del contrario, propugnaba que “barrieran” el juego hacia mi propio campo porque nuestra superioridad técnico-táctica, a veces, originaba que el contrario no quería salir de su campo. Así que la “presión inversa” de mis jugadores facilitaba y permitía el posterior robo e inicio de nuestro propio juego. 

      La nueva propuesta de Pelegrini tiene pros y contras, cuando el balón haya cruzado la mitad de campo, no podría volver al propio campo. Quizás el equipo en posesión del balón, si se considera inferior, intentaría tardar más aún en atravesar su propio campo. Lo que provocaría un fútbol más negativo que el actual. Rompería el objetivo fundamental cual es que el juego debe constituirse en “mas dinámico” y la pelota, por principio, debe estar “más cerca de la portería contraria”.

      En teoría, al prohibir retroceder una vez cruzada la mitad, los equipos estarían empujados a mantener presión ofensiva lo que podría elevar el ritmo de juego y un abundamiento de las oportunidades de ataque. Por supuesto, se reducirían muchas pérdidas de tiempo y el “juego estático”, se eliminaría una de las vías habituales de ralentización del juego (retroceder para reorganizar). Se reducirían tiempos muertos, repliegues largos innecesarios y la defensa pasiva prolongada.

      Sin embargo, siendo muy buena la idea de Pelegrini, también necesita un complemento indispensable, igual que el baloncesto impone a sus equipos ocho segundos para cruzar el medio campo porque sin un tiempo límite de progresión los equipos temerosos seguirían anclados en su propio campo, esperando que el reloj los proteja. 

Por tanto, propondría un añadido para que el fútbol adopte una “Regla del Tiempo de Progresión”. Por ejemplo: “Todo equipo deberá cruzar la mitad del campo en un máximo de (diez o quince segundos a estudiar) tras recuperar la posesión.”

Con todo ello, se unirían dos principios que devolverían la vida al juego. El espacio no puede usarse para esconderse (Campo Atrás) y  el tiempo no puede servir para demorar (Tiempo de Progresión). El resultado sería un fútbol más humano, más valiente, más dinámico. Un fútbol que no se juega con miedo a perder, sino con deseo de avanzar. Un fútbol donde los equipos modestos también puedan atacar sin culpa y donde los grandes tengan que demostrar su superioridad corriendo hacia el riesgo, no refugiándose en la prudencia.

Porque un partido sin coraje es una estadística; porque el fútbol, cuando no se atreve a avanzar, deja de ser juego y se convierte en trámite. Ha llegado el momento de que el reglamento vuelva a premiar la acción sobre la especulación.
De que el fútbol mire otra vez hacia su destino natural: la portería contraria.

Es evidente que todas estas novedades provocarán innovaciones técnico-tácticas para adaptarse a un fútbol que se jugará en su mayoría del tiempo en menos espacio disponible, más intenso y más propenso a los contactos; también se intentarán nuevas trampas para perder tiempo, etcétera. Al fin y al cabo, el Reglamento tendrá que complementarse con nuevas aplicaciones reglamentarias.

Salamanca, 13. Noviembre. 2025.

Sezione: Editorial y Opinión / Data: Jue 13 noviembre 2025 a las 08:40
Autore: MAROGAR .
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