¿Resultadismo o utopía? 2 de 2.

20.08.2022 00:00 de  MAROGAR .   ver lecturas

“La línea entre el resultadismo y el buen juego es ambigua. Habrá quien opte sólo por los merecimientos y no se angustie frente a los resultados, y habrá quien incluso festeje más cuanto más injusto sea el resultado; pero entre los extremos podemos todavía seguir siendo ambiguos. Aunque siempre será mejor con la Copa del Mundo en la vitrina”. (w.442Perfil.com, Edición impresa del Diario Perfil).

            “¿Quién elegiría a los jurados? El resultado nunca concreta la justicia pero pone un límite necesario para que el juego pueda efectivizarse. Lo único que importa entonces es el resultado, pero el resto no sólo importa, sino que se vuelve, justamente por ello, utopía. Y la utopía habla de valores, de compañerismo, de grupo, de esfuerzo, aunque todo ello no cuente a la hora de perder el partido que más merecíamos ganar. No cuenta como resultado, aunque cuenta para otros aspectos del juego y de la vida. Ese es el valor de las utopías. Nos define. Define nuestra identidad, pero no define un partido”.

             En Tribuna: Punto Final, del 13 junio 2004, el portugués Manuel Alegre concreta algunas de sus ideas futbolísticas: “Que Sophia me perdone, pero el fútbol, como la poesía, no se explica, implica. Fútbol es pasión. Algo oscuro y mágico, mezcla de fiesta y sufrimiento, un "acre placer de las dolores", citando al viejo Garrett. Ha sido ese lado del fútbol el que llevó a Bill Shankly, mentor del gran Liverpool de los años setenta, a una célebre frase: "El fútbol no es un caso de vida o muerte, es mucho más que eso". O ha inspirado el poema de Carlos Drummond de Andrade: "¿Se juega el fútbol en el estadio? / El fútbol se juega en la playa,/ el fútbol se juega en la calle,/ el fútbol se juega en el alma". Es así y nadie lo ha dicho tan bien: el fútbol se juega en el alma. Lo saben los poetas a los que les gusta el fútbol y también los políticos, incluso a los que no les gusta, como parece que era el caso de Salazar y Franco, que, sin embargo, lo utilizaron”.

            En este libro de “Manifiestos”, un alegato como éste no tiene desperdicio y se hace necesario ampliar sus infinitas visiones. “Las dictaduras han utilizado el fútbol. Todos lo sabemos. Pero tal vez sea tiempo de reflexionar sobre la irresistible promiscuidad que, en democracia, se verifica entre política y fútbol. La política se sirve del fútbol como nunca. Pero los dirigentes del fútbol también se sirven de la política. Lo que no es bueno ni para el fútbol ni para la política, mucho menos para la democracia. Con la connivencia de los media, principalmente de las televisiones, asistimos a una especie de “futbolización” de la vida, lo que degrada el fútbol y no mejora la vida. Tal vez sea una consecuencia de estos tiempos de vacío, de crisis de valores y convicciones, de la propia muerte de las utopías. Pero no “diabolicemos” el fútbol, el fútbol que continúa siendo fiesta, que se juega en el alma y que tanto nos implica”. 

            El autor de estas reflexiones se estaba refiriendo al fútbol de Selecciones, en concreto la de Portugal por cuanto él es vicepresidente del Parlamento portugués, además de escritor y poeta, haciendo unas reflexiones que exceden el contexto al que yo me refiero, pero sin duda ultima sus pensamientos con unas referencias supremas que, en cualquier contexto, yo me adhiero: “Porque, se quiera o no, el fútbol es una forma de utopía. Y porque el poeta tiene razón: el fútbol se juega en el alma”. ¡Bellísimo! Como el fútbol bien jugado…

            20.agosto.2022.