“La Máquina”, el “Dream Team” de 1940. 2 de 2.

18.05.2024 00:00 de  MAROGAR .   ver lecturas

“Logramos un entendimiento total. Parecía que jugáramos de memoria”. (Pedernera). 

             (…) “Peucelle ponía la simiente de aquel equipo en el embarazo y parto de Pedernera. Una alegoría de lo que él consideraba el cofre de los secretos del juego: el futbolista. De aquí parte una de las explicaciones de por qué “La Máquina” reordenó sus engranajes con el cambio de posición de Adolfo: la teoría de las duplas. “Los equipos siempre nacen cuando se ubican distintas duplas. Nosotros dispusimos de varias de esas sociedades y las piezas se fueron acomodando solas. Así surgieron los movimientos, quizá impensados para esa época: entrar y salir, el cuadrado en el medio, la sorpresa, la ocupación de los espacios… Logramos un entendimiento total. Parecía que jugáramos de memoria”, contaba Pedernera. 

            (…) “A ese estilo, Peucelle lo llamó “fútbol todotiempo o todocancha”: subir, bajar, entrar, salir, tocar y devolver, en definitiva, incluir a más futbolistas en la jugada. Un sistema de relaciones soportado sobre dos vigas: el pase como instrumento de desequilibrio y la rotación posicional en torno a la figura de Pedernera. Este régimen de relevos en el ataque hacía que muchas veces no se identificara desde las tribunas con claridad al autor de los goles”. Y pensar que el fútbol de toque creíamos que fue un invento contemporáneo del “Dream Team” barcelonista, ya con Cruyff, ya con Guardiola…

             (…) “A “La Máquina” le colgaron además otro sobrenombre: “Los Caballeros de la Angustia”. Su posesión engolada y retórica provocó que sus victorias no describieran grandes goleadas, introduciendo, generalmente, el suspense en los partidos. Una danza parsimoniosa que también tiene su leyenda: se dice que los jugadores de River ejercían ese ritmo fatigoso para desesperar a la dirigencia, comprometida a pagarles 400 pesos por victoria, pero que muchas veces incumplía Peucelle, no obstante, tenía una razón: “La pelota debe retroceder algunas veces para poder avanzar más profundamente”. 

              (…) “La velocidad del juego fue también foco de discusión. Pedernera afirmaba que debían combinarse tres jugadas cortas con una larga; mientras que Peucelle apostaba por dos cortas y una larga. Esta vez, ganó la postura de Adolfo y así jugaron: lento y reposado”. Es bueno recordar aquí la versión de Menotti en 1978 cuando recomendaba a los suyos la manera de superar la presión de “La Naranja Mecánica” de Holanda en el Mundial que salió ganador: “Dos cortas y una larga…”

               (…) “La Máquina” original, la relatada por Borocotó (periodista) tras aquella victoria contra Chacarita en 1942, la configuraron cinco futbolistas florecidos en River, con Deambrosi como “Wing” (extremo) izquierdo. La versión canónica, en cambio, incluyó a Loustau en ese flanco: Muñoz, Moreno, Pedernera, Labruna y Loustau jugarían juntos por primera vez el 28 de junio de 1942, contra Platense, tres semanas después de la crónica fundacional en “El Gráfico”. Muñoz era el extremo derecho, un regateador indomable y un centrador geométrico. Moreno jugaba como nadie, su poderoso físico le impulsaba por todo el campo. También proyectaba un carisma arrebatador, fruto de su vida despreocupada y rebelde”. 

               (…) ”Pedernera representaba al delantero que distribuía. El más completo de todos, también de impulsos alegres y noctámbulos. Labruna era el goleador, intuitivo e intimidante. Un ídolo en River. Y Loustau fue el más sacrificado, un “extremo ventilador”, dedicado en defensa y veloz en ataque”. Observo que los detalles técnicos del rendimiento del equipo se centraban exclusivamente en los delanteros…

             (…) “Este pentágono divino descubre en toda su dimensión el carácter mítico de “La Máquina”: fue la composición más célebre y deslumbrante de la delantera, pero la que menos jugó. Solo compartieron juntos 18 partidos en el ciclo 1941-1946. Este dato refuerza el componente mágico de “La Máquina”. En cierto modo, el fútbol argentino necesitaba de una leyenda así para que el proceso de configuración de su identidad nacional cobrara un sentido histórico. El periodismo y “El Gráfico” determinaron ese camino con la enunciación de ‘La Nuestra’ como esencia y creencia definidora del fútbol criollo: el pase, la gambeta, la finta, la picardía… Los valores del potrero, del juego sacado de la propia tierra baldía, y del “pibe”, el niño despojado que sueña con el fútbol y nunca abandona, ni siquiera en la cancha, esa infancia perpetua. Fue precisamente Borocotó quien promovió ese movimiento iniciático y defendió esa cultura del potrero y los “pibes”. En cierto modo, “se inventó” un nuevo modo de jugar”.

              (…) “La fórmula empleada fue la contraposición del “criollismo” con el mecanizado y previsible juego inglés. “El “football” rioplatense no sacrifica enteramente la acción personal, es menos monocorde, disciplinado y metódico que el británico. Y utiliza más el “dribbling”, un fútbol más ágil y vistoso, redactó Borocotó en 1928”. 

             En mi exclusiva opinión, la gran cuestión es que todo lo relacionado con ese equipo maravilloso y superior en el tiempo pasado es tradición oral y escrita, fundamentalmente en el histórico “El Grafico”, donde más documentación se puede encontrar al respecto. Sin embargo, idealizo por los relatos las imágenes que nos permitieran contrastar, una pena que la tecnología de la televisión y el cine habían avanzado poco hasta entonces. Ojalá que con las nuevas técnicas y algoritmos de la “Inteligencia Artificial” se pudieran recrear tanto las virtudes individuales como colectivas de aquella “Máquina” de fabricar fútbol. Serían aquellas imágenes las que ajustasen la auténtica realidad, al menos en la manera de ver el fútbol “sin que te lo cuente nadie”. 

              De hecho, cuando veo películas antiguas de Di Stéfano como los “eternos” reportajes del NODO, por ejemplo, lo que veo no coincide con las apreciaciones temporales de las crónicas escritas, a mí el fútbol no me parecía tan rápido, ni tan creativo, ni tan apabullante sobre el juego contrario; incluso, voy a decir una barbaridad, - que los históricos me perdonen porque voy de buena fe -, a mí me sigue sorprendiendo la velocidad de ejecución de D. Alfredo Di Stéfano en el Real Madrid, pero no me pareció aquella “Saeta Rubia” que nos relataron con absoluta admiración, dicho sea sin querer desmerecer al fenómeno futbolístico ni a sus relatores. Desde luego, en general, el fútbol de hoy es más técnico y más dinámico con y sin balón. Lo que contrasta, y asimismo lo contradigo de corazón, esa “fiebre” actual de que el fútbol de antes era mejor…

             18.Mayo.2024.