"La belleza no es una utopía"

16.08.2022 00:00 de MAROGAR .   ver lecturas

“Es imposible desligarse de los sentimientos… Éstos nos dan razones para desarrollar las artes, la gobernanza, los sistemas morales y por supuesto también para desarrollar las tecnologías, la medicina o la arquitectura”. (Antonio Damasio).

         Dijo Ignacio Benedetti, “Correspondencia de un náufrago”, que cuando se asume la posición de analista de fútbol, uno deja de lado la simpatía por determinado equipo… No existe un botón para apagar o encender nuestro espíritu en función de quedar bien o ejecutar determinadas tareas. Somos emociones y sentimientos”. Verdades como templos pero, sin duda, en esa pelea interna por ser objetivo y no decantarse solo por una posición que coincida con sus exclusivos intereses, incluso muchas veces se puede ser excesivamente crítico con tu equipo, o con tu jugador preferido.

          En este punto es interesante sacar a colación las digresiones de Andrés de Francisco (Rebelión.org., 16.09.2011, “Fútbol y pedagogía: una reflexión a partir de Panzeri”) cuando apunta cosas así: “Porque el fútbol, además, tiene una insoslayable dimensión estética. También la copa de vino la tiene: dos copas pueden ser igualmente útiles para realizar sus funciones básicas, pero una es más bella que la otra, y es la que elegimos. Lo mismo, con mucha más variedad, ocurre en el fútbol”. Y por muy rebuscado que quisiera ser en estas manifestaciones tan peregrinas, aparentemente, sigo leyendo a De Francisco: “Un jugador inicia un regate y sale a trompicones: Ha conseguido su objetivo, se fue del contrario, el movimiento ha servido. Sin embargo, le faltó algo. Otro jugador pone la pierna en posición heterodoxa, golpea mordida a la pelota, y ésta atraviesa la portería tras ser casualmente desviada por un defensa. Ha sido gol y, sin embargo, a la jugada le faltó algo”.

             Esa evidencia a muchos le importa tan solo el resultado y a otros les encantaría conseguirla mediante un juego y acciones perfectas, bellas de ejecución. “Entre dos cosas igualmente útiles preferimos la más bella; y a menudo preferimos la más bella, aunque sea menos útil. También en el fútbol. Consentimos un regate feo si ha sido útil, pero preferimos el bello, limpio, elegante. A veces, sólo a veces, preferimos incluso el bello regate, aunque termine en nada, simplemente porque nos hizo disfrutar. Un golazo es casi invariablemente aquel de bella factura, una buena jugada es una jugada bonita, un buen juego es la mayoría de las veces un juego que despierta nuestro sentido estético, que da gusto ver. Se puede vivir sin belleza, sin duda, pero no se puede ser feliz sin ella”.

            Nos gusta el fútbol individual, es más fácil valorarlo, el vulgo sigue creyendo que el fútbol bien jugado es un hombre y un balón, no es tan fácil poner en relación a un individuo con otro, incluso este otro puede ser un “tuercebotas” que en un partido de fútbol en equipo sirve para guardar los equilibrios necesarios del partido, aunque no se le valoren sus prestaciones. “Al decir de Stendhal, la belleza es como una promesa de felicidad. La falta de proporción, de gracia, de armonía – en definitiva, lo feo – es como si nos agrediera, porque en el fondo le quita el sentido a las cosas, o a una parte esencial de su sentido: no acabamos de entender su necesidad. Parece un capricho absurdo de su creador, y por eso necesita una justificación, algo que nos lo explique. Lo bello simplemente se agradece. Un fútbol feo también es en buena medida un fútbol sin sentido.” 

            Es tremendo el dilema del fútbol bien jugado porque se da por bueno lo que en realidad es un “pestiño”, una contienda mal desempeñada, una confrontación deportiva mal resuelta. “Un fútbol armónico, por el contrario, preciso y equilibrado, con variedad de registro y cambio de ritmo, con jugadores atrevidos que dominan la pelota, con movilidad concertada y capacidad de sorpresa. Un fútbol así – con ideas, imaginación y creatividad – puede llegar a ser una obra de arte. No sé si la belleza existe o es una proyección de nuestra sensibilidad; pero tengo para mí que solo el ser humano es capaz de contemplarla y gozar de ella. También de quererla, buscarla y crearla. Entonces, creándola o disfrutándola, nos hacemos mejores…” 

          16.agosto.2022.