EDITORIAL: "ABRIR LA LATA"
Cuando se empezó a hablar acerca del fútbol épico o lírico, muchos se lo tomaron a mofa porque no les parecía este deporte un auténtico valor cultural. En el fondo les parecen excesivos los movimientos sociológicos del fútbol, no quieren darle esa trascendencia vital; por lo que el fútbol no se merece ni buena prosa, ni excelente poesía, tan solo algunos escritores han empezado a comprometer sus juicios al respecto. No deja de ser el fútbol, para una mayoría culta, un deporte sudoroso en el que veintidós atletas corren en calzoncillos detrás de una vejiga redonda que, una vez, fue el estómago de un cerdo, o algo así. De pronto escuchas, con reiteración, frases como Todavía no se abrió la lata , incluso esta otra: El melón aún no se ha abierto, las informaciones de los medios nos sitúan en un equipo que no logra abrir el marcador de otro equipo que se defiende numantinamente, al fin y al cabo es un partido competido que no logra romper ese cerocerismo heroico. Y de paso nos enteramos que el peor equipo es la lata mientras que el que la rompe suele ser el mejor equipo; claro que como siempre ocurre en el fútbol no hay mecanismos abrefácil como en las latas de conservas modernas. Según estas versiones informativas, el fútbol lo convierten en un objeto físico, o en una fruta ovalada, al fín y al cabo qué poca imaginación, qué poca épica, qué poca lírica y qué vulgaridad. Los perdedores son como latas de conservas, ellos sólo están ahí para perder, y a ser posible tienen que ser reventados, abiertos aunque sea a la fuerza
¿Y por qué una lata? ¿O un melón? A mí el fútbol, los contendientes, me parecen otra cosa y las defensas cerradas representan un cofre, un mecanismo de cierre que significa algo bien hecho, aunque sea defenderse. Resistir a los equipos contrarios no está al alcance de cualquiera y quizás los medios periodísticos debieran buscar metáforas menos burdas, más ingeniosas, más creativas. Lo peor es cuando esas expresiones las ponen en circulación los propios técnicos o jugadores profesionales. Y sin ningún pudor. Es posible que no tengan la misma preparación que otros para definir su profesión, pero personalmente prefiero manifestaciones sobre el fútbol como la de aquel alcalde Madrid, Enrique Tierno Galván, cuando lanzó un bando al respecto: El fútbol es la versión anglicana que en nuestro común castellano equivale a que once diestros y aventajados atletas compiten en el esfuerzo de impulsar con los pies y la cabeza una bola estática con el afán, a veces desmesurado, de introducirla en el lugar solícitamente guardado por otra cuadrilla de once atletas, y viceversa.
Leyendo esto último, ¿No les aumenta el espíritu futbolístico? Comparen con lo de abrir la lata y observarán la diferencia. Vean incluso como Desmond Morris explicaba lo que es el gol en su libro El deporte rey: fue antes que el fútbol la palabra goal, de la que deriva gol, designaba un obstáculo o barrera; luego, un límite o frontera; más tarde, un mojón o hito, fuera una piedra, una columna, un poste o cualquier señal; después se convirtió en la marca que indica la salida o llegada de una carrera y, por extensión, el lugar al que debe llegarse en un deporte competitivo Como vemos, se amplía el radio de visión del gol en el fútbol pero de ahí a lo de abrir la lata hay diferencias notables. Incluso, insistiendo aún más, en Realidad y fantasía del fútbol total, de Hugo T.Olivares, se insistía: Es incuestionable que todo el andamiaje del fútbol de hoy, tiene una finalidad básica. Conseguir espacios propicios para atacar, rematar y conseguir goles. A qué tanto misterio atacar, rematar y conseguir goles ha sido también la máxima finalidad.
Incluso, cuando leíamos a Osvaldo Soriano en Memorias del Mister Peregrino Fernández sobre las tres clases de futbolistas que él distinguía lograba enaltecer a ese jugador distintivo que veía lo que otros no conseguían: Y luego hay aquellos que crean un nuevo espacio donde no debería haber habido ningún espacio. Esos son los profetas. Los poetas del juego. ¿No enaltece más esta forma de expresar las cualidades futbolísticas de un determinado goleador que le digan Este es nuestro abrelatas electrónico de nueva generación? A mi no me suena bien esto último Por eso, Javier Alfaya señala en El fútbol y sus intérpretes (artículo publicado en Letra Internacional, núm.44, en 1996): Y así decoloran el fútbol, lo convierten unas veces en metáfora, otras en pretexto para desplegar el lado más popular de sus múltiples saberes, reales o supuestos. En realidad el fútbol es mucho más serio que sus exegetas
Por eso, y perdonen la insistencia, no soporto frases hechas que aportan muy poco a este deporte que yo adoro, intrínsecamente. Una última comparación, paladeen este pequeño relato de Angel Cappa que plasma en La intimidad del fútbol. Verán la fantasía, el deleite de conseguir un gol de una manera creativa, sin romper nada a nadie, sin utilizar artefactos mecánicos, sin ser melón, sin ser lata que me suena a chatarra inútil: En mi barrio aprendí que el fútbol es una pelota que sale bien jugada desde atrás, limpita decíamos, que recorre la cancha de lado a lado acariciada por todo el equipo, buscando la jugada con picardía, con elegancia, con habilidad, con inteligencia, hasta que llega al área contraria y se pone a disposición de cualquiera que la quiera empujar al gol, despacito si es posible.
¡Qué maravilla! El fútbol es una fuente de innovación y expresión hablada y escrita. Pero, por favor, vayamos eliminando vulgaridades que no nos pueden distraer de este ensueño
MAROGAR