La relación "causa-efecto" complica la percepción del fútbol.

06.05.2019 08:18 de MAROGAR .   ver lecturas

“No siempre conseguimos lo que queremos, pero tarde o temprano la vida nos da lo que nos merecemos”. (Iván Bazán, psicólogo, Facebook). 

            Al menor contratiempo, los entrenadores reciben oleadas persecutorias, los aficionados se llegan a comportar como jaurías irracionales, casi siempre alentados por los periodistas más listos del lugar que se extralimitan en sus misiones fundamentales. Ante esa tesitura, siempre me rebelo frente a esos juicios sumarísimos sobre todo porque no le reconozco competencia a los medios para juzgar con conocimiento específico futbolístico la profesionalidad de un entrenador. Porque, el único factor al que se suelen acoger unos y otros, es el resultado de un determinado partido, incluso de una trayectoria de pocas semanas o meses.  Pongamos por caso, si hubiera sido por los signos externos, Quique Setién ya no estaría entrenando al Betis, el partido anterior al jugado en Barcelona, al que ganó, originó críticas muy adversas y excesivas acerca de su valía para dirigir a los béticos. Como su equipo ganó en Barcelona por 4-3 jugando con nota, esa valoración borró todos los sinsabores anteriores. Sigo insistiendo, ¿qué conocimientos tiene el periodista de turno para juzgar a un entrenador?. Y es que sigo detectando que el periodismo se olvidó de su misión de informar y quedó atrapado por los objetivos comerciales de su firma empresarial. Esa constante parece que no la van a modificar, incluso se radicalizará a la vista de los acontecimientos.

             Un entrenador como Lopetegui fue “perseguido” de una manera inquisitorial acabando en la calle porque los resultados negativos, en un mes aciago, “le quitaron la razón”. Triste conclusión. Le sustituyó Solari, entrenador del Castilla, al que no se le valoró apenas, ni ganando, porque perduraba la maligna tendencia a “pasar factura” a Lopetegui por todo lo malo que ocurría en el Real Madrid. Todavía recuerdo cómo hace unos seis meses cierto periodista lanzó un artículo propagandístico intentando echar a Solari del Castilla para hacerle sitio al exjugador Guti. Según el periodista, el argentino no aportaba ninguna virtud y no se le consideraba ningún merito en la dirección de jóvenes aprendices de profesionales, sin ponderar que competía contra equipos superiores en experiencia y rendimiento con un grupo de jóvenes inexpertos. Aquel periodista, ahora mismo, hace ostentación de las bonanzas del nuevo entrenador Solari. ¡Hipócritas! Ya sé que voy contracorriente, pero ya me he atrevido otras veces a asegurar que el problema del equipo Real Madrid es sistémico porque sus jugadores han acumulado esfuerzos, lesiones, cansancios y agotamientos mentales sobre todo con sus respectivas selecciones.  Por otra parte, como contraste, recuerdo cómo se criticó al actual entrenador del Bayern de Münich y salieron todos los directivos a defenderlo, cuestión que en el Real Madrid nadie salió a la palestra a apoyarlos, ni a Lopetegui ni a Solari. Una “incomprensible” actuación de un gran club, sin duda una actuación “retorcida” que, muchas veces, aparentó que la “movida” se originaba desde dentro…

              Newton fundamentó las leyes de la física clásica entre las que se encontraba la “ley de acción-reacción”: “Toda acción, recibe una reacción opuesta y de igual magnitud”. Se dice que la ley de causa y efecto es una ley universal, está en todas partes y se manifiesta en múltiples planos de la realidad, por supuesto se incluye el plano emocional, sentimental e interpersonal. Y no acabo de entender que los medios tengan que mostrar “resentimientos”, repetidamente, hacia Lopetegui y, según ellos, aireando puntos negativos cuando fue una víctima de todo el proceso de renovación del equipo Real Madrid. La marcha de Cristiano resultó una cláusula incumplida por el club frente al entrenador. Incluso cuando Zinedine Zidane renunció ya debería saberse algo al respecto en el seno del club. Sin embargo, Lopetegui se comportó con una elegancia inusitada en todo momento, nunca se quejó de nada ni hizo comentario negativo alguno con aquella pérdida tan vital. Las ruedas de prensa estaban envenenadas, la lapidación pública fue un escándalo donde participaban casi todos los periodistas, incluidos casi hasta los becarios. Profesionales que utilizaron la ley de prensa muy por encima de lo aceptable, a mi me causó vergüenza ajena y hasta los más notables periodistas pujaban por dar el adjetivo más exagerado. Y el club retiró la confianza al entrenador en dos meses sin defenderlo públicamente, lo que es inaudito después de la operación atropellada del fichaje del Seleccionador que ocasionó un terremoto en la Selección española. Y la pugna evidente de los medios contra el presidente se repercutía sobre los entrenadores.

             Se llegó a asegurar que Lopetegui no había conseguido nada en su etapa de entrenador, cuando precisamente en la Selección venía de ganar todos los partidos en dos años, en torno a 20 partidos. Comparativamente, el mismo Luis Enrique ha perdido un partido en este corto período de la Selección y a nadie se le ha ocurrido montarle una “campañita” negativa. Lo mismo que en un momento dado se comenzó a engrosar el “curriculum” de Solari y cuando el equipo no consiguió ninguna clasificación se multiplicaron las acciones para “despeñarlo”. Dice la ley de “causa y efecto” que “te irá mejor si te muestras amable, paciente, tierno y conciliador, para que te traten con cariño y respeto”. Pues no, Lopetegui y Solari no recibieron nada de lo que dieron, ni en lo deportivo, ni en lo humano. “Sería posible describir todo científicamente, pero no tendría ningún sentido; carecería de significado el que Vd., describiera a la sinfonía de Beethoven como una variación de la presión de la onda auditiva”, según Einstein. En este punto, tendríamos que hacer mucho caso al entrenador de baloncesto americano Lon Kruger: “Prepárate para cada partido como si acabaras de perder el último que jugaste”. Los dos entrenadores (Lopetegui y Solari) fueron siempre caballeros en sus declaraciones públicas, quizás por ello los trataron muchas veces como unas “balletas”.

             Hasta Maradona se permitió un escarceo crítico, de los suyos y algunos allegados a Solari le contestaron: “Santiago estuvo más horas que Maradona en una cancha. Diego estuvo en muchos partidos y como jugador fue importantísimo. Como técnico tuvo experiencias buenas, regulares y malas. No hay que desprestigiarlo porque también demuestra y sabe, y yo digo que sirve. Si el lo dice también hay que tenerlo en cuenta. Como técnico no ha sido muy exitoso… Yo digo que está capacitado, pero también depende de los directivos que traigan los jugadores necesarios y de los jugadores, que respondan y el técnico lo sepa convencer… Tiene ganas y es capaz, pero depende de un montón de cosas, no de él solo”, son frases razonadas, defensivas, ante comentarios volátiles de Maradona y que algunos afines a Solari contrarrestaron verbalmente… Pero Solari trabajó sin ningún reconocimiento público y con la crítica permanentemente en contra porque, gracias a su profesionalidad y en su perjuicio, incluso dejó en la grada a jugadores que no daban un mínimo de productividad: Bale, Asensio, etc., y sobre todo Isco.  Curiosamente, éste empezó a jugar con Zidane sin ningún rendimiento profesional evidente, precisamente por su déficit de puesta a punto. Visto lo visto, lo de Lopetegui fue muy “tóxico”, igual que lo de Solari porque no ganaron lo suficiente, sin duda es muy difícil el análisis las rémoras que tuvieron que soportar por la mala planificación del club, incluso Zinedine Zidane tuvo que soportar malos resultados y eso que probó a toda la plantilla en diversos partidos. 

             Precisamente la palabra del año para el Diccionario Oxford ha sido “tóxico”. El año 2018 ha sido el año de lo “tóxico”, empleada en muchos contextos a lo largo del año. Según reconoce la publicación, los usuarios buscaron términos relacionados hasta un 45% más que el año pasado, lo cual viene a reflejar un determinado espíritu, un estado de ánimo, una preocupación latente, por lo que su potencial la ha convertido en palabra del año 2018. Alguien del mundo futbolístico como John Benjamin Toshack, que nunca tiene pelos en la lengua, declaró en “El Larguero” de la Cadena Ser: “Es un año raro, ves la clasificación de la Liga y los seis o siete equipos primeros y normalmente no estarían dos o tres. Después del Mundial los equipos grandes suelen sufrir, les suele costar arrancar. No han tenido casi descanso y hay más lesiones. Hasta que te pones en marcha cuesta”. Lo cual corrobora muchas de las apreciaciones que hemos plasmado desde principios de temporada. Toshack señaló respecto a Lopetegui: “Pienso que fue una decisión prematura. Hoy en día los grandes actúan así, es una pena. Lo del entrenador es complicado”. 

            En el fútbol todas las comparaciones son odiosas, lo que ocurre una determinada vez no suele reproducirse positivamente a la próxima ocasión. Y las relaciones de “causa-efecto” son exageradamente ficticias que, según las ocasiones, son utilizadas a favor o en contra de una opinión previamente fijada. Lo más simple y reciente ha sido lo que el vulgo determinó como el fracaso de la temporada 2018/19 para el Real Madrid traspasando a Cristiano Ronaldo a la Juventus. Por eso mismo, el Real fue eliminado de la “Champions League”. Esa la fue la “causa-efecto”. Sin embargo, reflexionemos que la Juventus con Cristiano también fue eliminada en dicha competición por el Ajax holandés, aunque Ronaldo marcase su “golito”. En este punto, el “efecto” no puede relacionarse con la misma contundencia, o sea, la “causa” era que Cristiano debía haber valido solo para ganar… Son percepciones que, más bien, suenan a “componendas mentales”.

           Salamanca, 6. mayo.2019