EDITORIAL: "LA FOQUINHA"

Un regate insólito, una nueva modalidad de malabarismo futbolístico concebido por un artista arriesgado. En exceso, diría yo. Porque existen reacciones de los jugadores contrarios considerándose engañados hasta tal punto que se vuelven agresivos. Y todo porque piensan que quedan en ridículo frente a un contrario. Por lo que la técnica compensatoria es una acción de acoso y derribo y puede haber lesiones graves
Y nunca mejor dicho lo de posesión porque, hasta ahora, en el fútbol era un término que no se reconocía en su estricto significado literal, no es una tenencia del balón como la de un portero cuando utiliza sus manos, o como en el baloncesto, balonmano, etc. Ahora bien, La foquinha es una auténtica posesión por cuanto se mantiene el balón en equilibrio sobre la cabeza; incluso, de hacerlo con otra superficie del cuerpo, le llegarían a pitar retención, cuestión que en el fútbol es lo más normal La gracia de esta jugada se basa en un sistema de toques y avances, de manera simultánea, pero la cuestión es que no se hace en un circo o en un espectáculo exhibicionista, sino en un campo de fútbol donde transcurre el partido entre veintidós jugadores. Precisamente, ante ese regate posesivo los defensas tienden a desequilibrar al poseedor del esférico no con buenos recursos sino con el fácil y peligroso método de cazar al hombre.
La foquinha la descubrió el jugador Kerlon en un entrenamiento en casa, junto a su padre Silvino; al no tener espacio para salir corriendo, decidió aguantarla como un malabarista. Después, la experiencia fue ampliada en los entrenamientos del Ipatinga y en los juveniles del Cruzeiro, hasta en un partido en Rio Pomba consiguió un gol. Pero es que Kerlon, además de esta rara habilidad, también dispone de una gran velocidad e inteligencia para el juego, excelente técnica sobre todo con la pierna derecha. Kerlon Moura Souza, jugador del Cruzeiro de Belo Horizonte (Brasil) arranca admiración pero también burlas e incluso codazos. Y es que elevar la pelota y desplazarse dándole toques con la cabeza teniendo delante a defensas sin miramientos es una solución a la que se le enfrentan enseguida nuevos problemas. Como cuando el lateral Coelho, del At. Mineiro, fue sancionado 120 días de suspensión por agredirle cuando realizaba ese regate acrobático.
Este dribling reinventado se empezó a ver en Ipatinga, un campo de la ciudad minera donde vive Kerlon (Veinte años y una altura de 1,68 metros). Algún árbitro le aconsejó en su momento que no hiciera foquinhas porque el contrario se podría sentir provocado y era peligroso para su integridad. Pero la jugada quedó patentada y la ha repetido decenas de veces, ganando apoyos y también rechazos sonados. Zico defiende la creatividad y el fútbol espectáculo: Tenemos que dar vivas a los jugadores que crean regates nuevos. Aunque otros, como Dunga el seleccionador brasileño, llega a criticar que esa jugada no debiera hacerse cuando su equipo está ganando. El entrenador Emerson Leao, entiende que la foquinha es una provocación, aconsejando a su autor que deje de hacerla para evitar recibir un chute veloz y grave en el rostro, que pudiera impedir que volviera a jugar. El central del Fluminense, Luiz Alberto, aseguró que él llegaría a darle golpes de capoeira hasta en la cabeza con tal de quitarle el balón.
Frente a un fútbol espectáculo apareció la violencia que, menos mal, algún Comité sensible trató de resolver con justicia. Un conocido columnista de la BBC Sport, Tim Wickery, se preguntó cómo es posible que pasen estas cosas en la patria del jogo bonito y también se respondió: El fútbol es un lenguaje universal, pero que se habla con diferentes acentos. De hecho, la realidad cruda es que en Brasil las florituras de un jugador cuando su equipo lleva ventaja en el marcador se consideran una provocación imperdonable. Máxime si encima la acción aporta una similitud con los malabarismos que hacen las focas en sus actuaciones en el circo. El autor de La fonquinha, sin embargo, lo tiene claro: Sólo pararé si hacen una ley para prohibirlo.
Lo cual sería una atrocidad porque la cabeza es parte del fútbol, es un juego y las normas deben actualizarse pero para divertir. Aun así cada vez que la hace se juega la vida porque hay intención de golpearlo ya que la mayoría ven la patada como la única manera de parar esa jugada. Kerlon fue víctima de una agresión brutal en un encuentro frente a Ecuador, a media altura cuando el balón lo tenía en su cabeza y el árbitro sancionó al agresor. Porque dentro de las jugadas geniales, La foquinha es la más divertida y al parecer la más humillante para los defensas que tienen que soportarla. Curiosamente, es de las pocas perlas brasileñas que no han cruzado el charco para jugar en alguna liga europea.
Este regate marca de la casa será más o menos recriminable, según el país en que se ejecute, podría dar lugar a alguna aclaración del Reglamento FIFA. Del mismo modo que en España es una práctica habitual el hecho de pedir tarjeta para un contrario que ha hecho alguna entrada peligrosa, mientras que en Inglaterra es inadmisible este comportamiento y significaría una acción de mal compañerismo entre profesionales. Quizás es importante el matiz, es decir, que la jugada sea creativa y genial siempre que esas florituras no se hagan en las postrimerías del encuentro cuando su propio equipo va aventajado en el marcador. Eso es lo que se considera una provocación imperdonable. Puestas así las cosas, se confirmaría la duda de George Orwell sobre la afirmación de que el deporte une culturas, en especial el fútbol, según él Un deporte que en el que todos salen heridos y cada nación tiene un estilo de juego, que para otra nación puede resultar inapropiado
A este respecto, me gustaría quedarme con la opinión del antropólogo Roberto da Matta cuando explica: El fútbol en Brasil es una forma de expresión individual más que un instrumento de colectivización, una batalla de voluntades individuales de escapar del ciclo de la derrota y de la pobreza. Por eso, un jugador que aparece con un nuevo regate es muy de alabar y puede vencer en esta batalla de egocéntricos. Por mi parte, nunca censuraré estos destellos de habilidad e imaginación en un mundillo dominado por el control táctico y el derroche de fuerza y potencia sin otros aportes creativos. En todo caso, un ejemplo más de que las costumbres culturales tienen que ser tomadas en cuenta, también en el fútbol.
MAROGAR