EDITORIAL: "ENTRENADORES O ALINEADORES"
Esa es la cuestión porque las dos funciones, parecen lo mismo, son incompatibles. A mi modo de ver, los jugadores de fútbol precisan de un entrenador que les oriente como colectivo. E individualmente. Tampoco creo que necesiten a un hombre enciclopedia, un erudito de Sistemas y de Tácticas maravillosas. Ni tampoco precisan de una especie de Don Quijote permanentemente loco y obsesionado con sus libros de caballería Más bien creo que los entrenadores deben ofrecer cercanía, proximidad, confianza, consejos precisos y diálogo en abundancia Incluso los jugadores de nivel máximo, demostrado está, no precisan de un entrenador que sepa de técnicas y tácticas, sino más bien que les entiendan como personas. ¿Es posible que haya entrenadores que no sepan de fútbol cuando hoy saben de fútbol hasta en los pueblos más remotos? Decía Albert Einstein El arte más importante del maestro es provocar la alegría en la acción creadora y el conocimiento.
Porque los entrenadores que dirigen por enfados provocan alejamientos, mientras que los que aportan un estilo conciliador consiguen de sus jugadores comprensión, espíritu de cooperación, integración en los objetivos. Por otra parte, aceptan sus experiencias prácticas y mantienen la paciencia necesaria en las enseñanzas y directrices que después darán buenos resultados. De hecho, el buen gestor es el que aparece precisamente cuando las cosas no van, cuando hay que dar la cara por sus hombres si el equipo perdió, el que a la hora de los triunfos da toda la gloria a los suyos. Ahí empieza su liderazgo y el colectivo de jugadores se lo reconocerá para siempre, indudablemente.
Lo que pasa es que los entrenadores llamados de perfil bajo ahora denominan así a los que practican la sensatez no venden demasiado, no llenan páginas, no tiene una cohorte de aduladores, no es dependiente de periodistas y otras zarandajas Por el contrario, los entrenadores de perfil gesticulante sus exhibicionismos enseguida son interpretados por los jugadores; éstos saben que ese tipo de dirigentes no les va a ayudar en nada si los triunfos no llegan. Aunque, desde fuera, los espectadores tienden a valorar más a los teatreros que a los reposados. Afortunadamente, está apareciendo el entrenador callado, tranquilo, sin protagonismos externos fuera de lugar, que sufre cuando critican a uno de sus jugadores o al equipo, y trata de ser tolerante con los fallos intentando dar razones para que los demás los comprendan, no para disculparlos sin más. Es una especie de antihéroe que sorprende a diario, coordinando en silencio, administrando el protagonismo y sólo apareciendo en el momento de las derrotas. Un transmisor de valores y de cultura, un repositorio de memoria histórica
Mi modelo de entrenador, por personalidad, es Vicente del Bosque, a pesar de que ahora mismo no esté entrenando. Hasta es posible que las virtudes que yo le pondero otros pueden considerarlas como defectos notables y aquel estilo puede no valorarse en su justa medida. Aunque a mi siempre me parecerá que no es moda pasajera la de que un entrenador acepte públicamente sus posibles equivocaciones en un determinado planteamiento; que sea capaz de perdonar ciertas inconveniencias de algún jugador y lo integre en una senda sensata sin necesidad de enviarlo al infierno y no ponerle multas millonarias que nunca arreglan los problemas; que defienda a todos los jugadores no solo a las figuras, que haga participar a los jugadores más convenientes en cada momento y no a los que más cobran Estos valores desacostumbrados en los tiempos que corren son una patente de excelente entrenador.
Hace tiempo que leí El arte de conducir los jugadores no es más que el arte de asociar sus ideas, por lo que un entrenador será mejor cuanto más asuma que no es un técnico de fútbol, simplemente, sino un maestro, un director de recursos humanos, un gestor del conocimiento de sus hombres, un estratega que asocia los intereses de todos los componentes Este es el perfil de un entrenador y no de un alineador. Porque éstos llegan a ser meros comparsas, apuntadores de nombres en libretas de hule, acarreadores de grupos, malos pastores de ovejas que acaban siendo muy modorras. Los alineadores sólo piensan en las formas y no en el fondo. Un alineador es un mal entrenador y tiende a la manipulación tanto mediática como la de sus propios jugadores. Los alineadores (alinear=incluir a un jugador en las líneas de un equipo deportivo para un determinado partido), sólo se apuntan al carro de las alabanzas. Y cuando pierden tienen amasadas unas magníficas explicaciones para justificar las instrucciones que sus hombres no siguieron. Eso sí, cuando ganan, se les llena la boca, baboseándose: Es que se cumplieron mis órdenes a la perfección.
Hay anécdotas cuantiosas, de sus incontinencias, como la que se señala en La pelota nunca se cansa, de Juan Manuel Díaz y otros tres periodistas del Sport: Brian Clough: Si un jugador no está de acuerdo con una orden mía, le pregunto cómo piensa que deberíamos hacerlo, charlamos veinte minutos y después decido que yo tenía razón. ¡Im-presionante! Pero real como la vida misma. Menos mal que, para compensar, existen otras más acordes con la labor de un entrenador: Todo lo que tiene que hacer un entrenador es tener contentos a once jugadores: los suplentes. Los once titulares ya son felices porque son titulares, según Rodne Marsh.
¿Alineador o entrenador? El director del teatro Bolshoi, Fuat Mansurov, declaraba en el diario El Pais el día 11 de mayo de 2007: Ningún arte puede existir sin un dictador Luego continuó hablando y alivió su opinión: pero en mi vida diaria soy buena persona, en serio . Sin querer sacar de contexto estas opiniones, en otro momento de la entrevista aseguraba que cuando se dirige a personas: No miro las partituras, sino a los ojos de los músicos de la orquesta. Si los jugadores llegan a funcionar bien orientados por un entrenador, desde las edades más tempranas del jugador, mucho mejor para la higiene mental del fútbol. Mirar a los ojos de los jugadores, con transparencia, indicando claramente lo que se quiere de cada cual sería lo ideal para que un equipo sea un bloque integrado en una misión común.
Por eso estoy de acuerdo con la opinión de Valdano: Un equipo se empieza haciendo con preguntas Lo que pasa, también, es que en asuntos como cuando recomendó la marcha del entrenador Vicente Del Bosque, del Real Madrid, o no supo hacer las preguntas adecuadas, o se equivocó en las respuestas, o escribió al dictado de otros En aquel momento, él, Valdano, se olvidó de lo que significa ser entrenador y también cayó en lo fácil: fue un alineador
MAROGAR