"TIEMPO, ESPACIO Y ENGAÑO"

17.07.2011 21:06 de  MAROGAR .   ver lecturas

          Observé, no hace tanto, y no es la primera vez que detecto el mismo comportamiento, un partido de fútbol en categoría de infantiles. Muchos padres moviéndose compulsivamente en las bandas, de arriba abajo, y vuelta atrás, hablando de manera continua, gritando, protestando, reclamando siempre al árbitro. Un chaval miraba a su padre permanentemente y reclamaba con su expresión alguna instrucción acorde a cada momento. El entrenador, por supuesto, a estos efectos ni existía. Era ignorado totalmente por el aprendiz de futbolista. El padre vocinglero insistía a su hijo: "¡Muévete, desmárcate; no te pares; marca a ese que sube; corre ahora; tira; te he dicho que tires, ¿eh?..." Por supuesto, el joven no atendía al juego, ni a compañeros ni a contrarios, cada vez más pendiente de su padre y su palabrería irrefrenable...

          Pudiera parecer una recreación, pero estas imágenes se producen en muchos campos de fútbol donde está prohibido dar pases hacia atrás, donde la combinación está mal vista y se quiere llegar enseguida a la portería contraria con patadas sin sentido; aunque sea de puntera, el pelotazo continuo es una rifa permanente del balón, afligido balón, que va y viene, agradeciendo el toque a quien toque. Los niños futbolistas tienen que aprender a darle sentido a su juego, a que controlen sus alocadas carreras que no les lleva a ninguna parte y encuentren espacios, o se los creen, para después ocuparlos con sentido y eficiencia. Porque, de hacerlo antes de tiempo, esos espacios resultan inútiles. Cuentan algunas noticias que en la cantera del Barcelona se graban todos los entrenamientos de sus equipos inferiores con el fin de supervisar el trabajo y llegar a un modelo común de juego, tan importante para la creación de una cultura de juego que les lleve un buen día al primer equipo.

          Es verdad que los niños, según su proceso de crecimiento, unos tendrán mejor condición física que otros, mejor puesta a punto atlética, pero nunca jamás la velocidad o la fuerza servirán para aportar aspectos a la inteligencia del juego. Será la técnica y el saber hacer lo que les lleve a jugar mejor y no a correr más sin mayor sentido futbolístico. Es difícil encontrar espacios útiles para veinte jugadores de campo en un campo de más de 7.000 m2. Por eso, cuando poblamos un lugar, seguro que hemos despoblado otro... Ahora bien, los niños que tienen a sus padres actuando de conciencia y que quieren suplir a los entrenadores, son un auténtico problema en estas cuestiones. ¡Qué bien harían los padres si supieran desmarcarse de sus hijos! Y también los hijos de sus padres. Porque, en casa, los padres deben actuar como los principales maestros que educan y guían a sus hijos. Pero en el campo de juego, jugando al fútbol, los espacios vitales de un equipo los deben ocupar otros. Por ejemplo, los entrenadores.

         Hace unos días entrevistaban a Menotti (El País, 11.julio) y reflexionaba sobre la Copa de América. Como siempre, el técnico añadía cuestiones futbolísticas, para mí, del máximo interés: "España me devolvió el apasionamiento por el juego. Verle jugar con los chiquitos fue reconfortante. El fútbol es el único lugar donde me gusta que me engañen. El fútbol son tres cosas: tiempo, espacio y engaño. Pero no hay tiempo, no se buscan los espacios y ya no me engañan nunca. Me aburro de tal manera que tengo la sensación de que eso que llaman fútbol es otra cosa".     

          Técnicamente los entrenadores deben incentivar a sus futbolistas, incluidos los niños, para que conozcan y desarrollen estos aspectos fundamentales. Sin embargo, los padres-técnicos lo tienen más difícil. Quizás les pase lo que aventuraba Menotti: "El 99,9% de los entrenadores viven envidiando el juego del Barcelona. Todos quisieran ser Guardiola. Pero la mayoría no sabe cómo se hace". Y para evitar otro tipo de tentaciones, los padres de los jugadores que mal enseñan a sus hijos debieran quedarse con esta última reflexión sobre Guardiola, al fin y al cabo entrenador: "No es un señor que se para en la línea y dice "tocar, tocar y tocar" y, como son buenos, le hacen caso. Lo de Guardiola es muchísimo más difícil. Es producto del entrenamiento, de ideas claras, de saber hacerse comprender y ganar adeptos..."

          Por tanto, la mejor aportación de los "padres-entrenadores" sería aportar sensatez, calma y orientar a sus hijos sobre el máximo respeto que deben profesar a los entrenadores de sus hijos en particular y a todos los entrenadores en general.

          MAROGAR (Julio.2011)