¿"Fiebre en las gradas"?

28.07.2023 00:00 de  MAROGAR .   ver lecturas

“Era el mejor de los tiempos, era el peor de los tiempos”. (Carles Dickens).

           De pronto me encontré con el libro de fútbol de los más ponderados en el panorama futbolístico, escrito por el periodista Nick Hornby, que fue publicado en 2008 por primera vez, es decir, un año antes de que yo me atreviera a lanzar mi primer libro “La Ignorática y el fútbol”. Es ahora, cuando me encuentro este texto de la edición de 2021, y descubro aspectos llamativos del fútbol. Casi al mismo tiempo que la publicación del libro de John Carlin, “El futuro es lo que era” en noviembre de 2021. Ahora hay una corriente de que el fútbol de antaño era lo mejor de lo mejor, aunque yo discrepo abiertamente porque a mi me parece que el fútbol ha evolucionado en su conjunto para mejor, eso sí, los mecanismos consolidados del antiguo fútbol son la estructura firme del nuevo fútbol y el que le siga.

          “… una honesta y divertida confesión de un obsesivo aficionado al fútbol… que radiografía los entresijos de este deporte y termina convirtiéndose en una declaración de devoción y lealtad a un juego…”, así roza algún pasaje de su contraportada. Y añade: “Con el tiempo se ha convertido en un auténtico objeto de culto para futboleros. Igual que su autor confiesa: “Me enamoré del fútbol tal como más adelante me iba a enamorar de las mujeres: de repente, sin explicación, sin hacer ejercicio de mis facultades críticas…”

          En otras de sus manifestaciones en el libro, reconoce Hornby que “…tiendo a sobrevalorar la carga metafórica del fútbol, introduciéndola por tanto en toda clase de conversaciones en las que no tiene cabida, así de simple. Últimamente he reconocido que el fútbol no tiene ninguna relevancia en la guerra de las Malvinas, en el caso Salman Rushdie, en la guerra del Golfo, en la tasa de natalidad, en el agujero de la capa de ozono, etcétera, etcétera, y por eso mismo quisiera aprovechar esta oportunidad para pedir disculpas a todo el que haya tenido que prestar atención a mis analogías, tan patéticamente forzadas en este sentido”. 

          Me hago eco de dichas apreciaciones, por cuanto yo también tiendo a establecer, metafóricamente, comparaciones raras con el fútbol. Quizás por eso me atreví a encontrar aspectos que incorporen belleza, por más que todos los días surgen sucesos contradictorios que tiran por tierra el anterior sentimiento. Sin embargo, y me envalentonan que yo haya incorporado a mis capítulos algunas esencias que recuerdo desde la niñez (El aficionado que fumaba Farias; o que degustaba Licor 43; o que se hiciese un carajillo con el coñac Veterano, etc.); y digo que de pronto veo en dicho libro pasajes como éste, como si fuera la repetición de sucesos vividos igualmente: “Recuerdo… el humo de los puros y las pipas, las palabras malsonantes… Recuerdo haber contemplado más al público que a los jugadores”.

         (…) “Creo que los hinchas del Arsenal sabemos en el fondo muy bien que el fútbol que se suele ve en Highbury no ha sido especialmente bello, y que esa reputación que por tanto nos han colgado, según la cual somos el equipo más aburrido de la historia universal, no es tan mitificadora como quisiéramos. En cambio, cuando tenemos un equipo capaz de cosechar algunos éxitos, perdonamos casi todo…” Quien le iba a decir a Nick Hornby que algunos años después, el mismo Guardiola se enfrentaría a su equipo, con su Barcelona, y ponderaba la belleza del juego de aquel Arsenal, proyectado con otra dirección y planificación en un nuevo tiempo del entrenador francés Werner. Pero lo mejor de este libro tan interesante son los costumbrismos con los que nos llegamos a identificar. Esos que llegan a conformar nuestros recuerdos de aquellas vivencias…

          John Carlin no pudo resistirse a escribir algún capítulo de fútbol en “El futuro es lo que era”, cómo no, acudió al comodín de Messi pero a mi ya me aburre hablar siempre del mismo. Aunque tomo nota de algunas apreciaciones de su capítulo “El fútbol vincit omnia”: “El fútbol no ofrece una explicación de los misterios del cosmos, es verdad, ni tampoco promete paraísos terrenales o vida después de la muerte, pero sí todos los propósitos temporales de toda respetable religión. Nos da comunidad y consuelo; nos da dioses y santos; nos da milagros; nos da momentos de eufórica trascendencia espiritual. Y dudo bastante que el creyente medio viva una misa con más intensidad que un partido. Por otro lado, no hay tema del que más gente habla con más frecuencia y con más conocimiento que el fútbol”.

         Así que, mantendremos esa fiebre singular por el fútbol con el máximo espíritu de su disfrute y su ostentación de belleza plena.

         24.julio.2023.