Síndrome de “pie caliente” en el fútbol.
“Si tienes miedo de arriesgarte, hazlo de todos modos. Lo que no haces puede generar los mismos remordimientos que los errores que cometes”. (Iyanla Vanzant).
Me encanta reconocer esos momentos de “mano caliente” de los jugadores de baloncesto donde las cestas son conseguidas con extraordinaria facilidad. Por propia experiencia, que muchos futbolistas pueden atestiguarlo en carnes propias, en algún partido que comenzó sin especial predisposición, cualquier balón que me llegaba lo jugaba con excelencia y era capaz de hacer incluso virguerías impensadas.
De ahí que me encantara un artículo (David Alvarez, Madrid, ElPaís, 7.12-2023) acerca de las últimas actuaciones de Rodrygo el delantero brasileño del Real Madrid. “Se trataba de algo que terminó encontrando el sustento de las matemáticas avanzadas y el de la neurofisiología y su conocimiento de las ondas cerebrales: “Cuando está bien, Rodrygo marca por el centro, por la izquierda o por la derecha”. El brasileño acababa de anotar por quinto partido consecutivo: siete goles en total. Que hubiera marcado desde el flanco derecho, donde se decía que no se encontraba cómodo, añadía un punto más a la confirmación de que Rodrygo estaba en racha, después de atravesar una anti racha feroz. Fue una época terrible. El brasileño marcó con su primer tiro de la temporada, el 12 de agosto en San Mamés. Después, lo intentó otras 41 veces, a lo largo de dos meses y medio, hasta que el 22 de octubre, en Braga, acertó de nuevo. Si se acumula el valor de todas las ocasiones de las que dispuso hasta el desahogo en Portugal, Rodrygo había desperdiciado 3,63 goles esperados (xG), de acuerdo al modelo de “StatsBomb”. En ese momento, era el futbolista con peor puntería de Europa”.
(…) “Durante la mayor parte de los primeros 20 partidos del curso, el acumulado del valor de las ocasiones (xG) de las que disfrutó superó al de los goles”. Era 7 de noviembre. Rodrygo había anotado dos semanas antes, y había pasado dos partidos en blanco. Pero el italiano olfateaba que algo estaba a punto de cambiar. Y así fue”.
(…) “Al día siguiente, Rodrygo metió un gol al Braga en el Bernabéu, y también marcó en los cuatro partidos siguientes, hasta el que le metió al Granada. Ancelotti intuía, como intuye la gente de fútbol, que un gol llama a otro gol. El fenómeno se ha dado siempre por cierto también en otros deportes, como en el baloncesto, donde se conoce como “mano caliente”: después de anotar varios tiros seguidos, el lanzador entra “en la zona” y siente que va a seguir tirando mejor. Sin embargo, durante décadas, la psicología cognitiva sostuvo que aquello no era más que una ilusión… En 1985, tres psicólogos (Thomas Gilovich, Robert Vallone y Amos Tversky) dedicados a destapar sesgos cognitivos sospecharon que la mano caliente no era más que otro autoengaño y se propusieron desmontarlo. Escrutaron datos de tiros para ver si después de una serie de aciertos era más probable meter que en condiciones normales. Y concluyeron que no, que se trataba de puro azar, y que los deportistas que creían en las rachas, o los momentos, o el “estar bien” de Ancelotti, no eran más que otra clase de supersticiosos”.
“Durante los siguientes 30 años, investigadores de todo el mundo diseñaron estudios similares que terminaron apuntalando la reputación de la supuesta “falacia de la mano caliente”, que se convirtió en un concepto extremadamente popular. Hasta que en 2015 dos economistas (Joshua Miller y Adam Sanjurjo) revisaron los datos de aquel estudio canónico de 1985 y se dieron cuenta de que el equipo de Gilovich los había mirado mal. Sus registros de tiros en realidad mostraban lo contrario: sí era más probable meter después de una secuencia de aciertos. La mano caliente estaba allí, en los datos”.
Por lo tanto, por extensión, yo creo en el “síndrome de pie caliente” donde hay futbolistas que están “bendecidos” para rendir escandalosamente bien en momentos genuinos. “Los estudios neurológicos también han encontrado en el cerebro señales del “momenetum”. Son las ondas cerebrales alfa altas, según explica José Adán, responsable de la unidad de neuroentrenamiento del centro de medicina deportiva RX2. “La medida de la onda cerebral alfa alta es un gran indicador para diferenciar a los “cracks” de los deportistas buenos. Aparece en los momentos de mejor rendimiento”, dice. “Los que no destacan en los momentos clave tienen más baja la frecuencia de la alfa alta durante la actividad. Con más alfa alta, se tiene la capacidad de cambiar la atención muy rápidamente, con un foco de atención externo; en alerta y a la vez en calma”, explica. “Es un estado en el que todo fluye. El cerebro hace lo que tiene que hacer en cada momento sin obstáculos, sin rumiación de pensamientos, preocupaciones o expectativas, que desgastan mucho la energía”.
(…) “Tras la larga secuencia de disparos fallados de Rodrygo en sus dos meses y medio sin marcar gon el Madrid, cuando por fin encontró el gol fue gracias a una ocasión más sencilla que todas las anteriores: tenía 0,44 de xG. Antes había desperdiciado dos muy jugosas, una de 0,40 contra la Real Sociedad y otra de 0,35 contra el Unión Berlín. Sin embargo, el gol en Braga aún no terminó de meterle en la zona. No marcó con sus siete siguientes tiros, y no volvió a hacerlo hasta encontrar otra ocasión relativamente sencilla, con un 0,42 de xG. A partir de ahí sí que viró su momento: marcó cinco goles en sus 14 siguientes tiros, y la mejor ocasión que se le escapó fue solo de 0,18 xG.”
“Hasta el 31 de octubre, había 361 futbolistas en Europa que habían participado en más goles que Rodrygo, según los registros de Opta. Desde el 1 de noviembre nadie ha participado en más tantos que él”. Y todo ello, posiblemente facilitado por la lesión de Vinicius al que hubo que sustituirle con idénticas prestaciones. Constituyéndose Rodrygo en un líder silencioso del primer nivel.
10.Enero.2024.