“El cautivador significado de la belleza”

12.12.2022 00:00 de MAROGAR .   ver lecturas

“En una bandada de blancas palomas, un cuervo negro añade más belleza incluso que el candor de un cisne”. (G. Boccaccio).

          Si hablamos de fuerza, esfuerzo, dedicación, virilidad, colaboración, entusiasmo, pelea, y acciones agonísticas de amplio espectro, es muy fácil asimilar todo ello con el fútbol, en general. Si, por el contrario, participamos de un juego estético amigable, preciso, apasionado, sensible, si el espectáculo genera belleza que trasciende, podríamos caer en un movimiento de belleza sin par, sin duda de un fútbol “repipi” y pedante.

           Pero no dejan de ser estados de ánimo, momentáneos, que pueden  convivir con las dos estructuras que se tiende a pensar en el partido de fútbol. Quizás debiéramos hacer abstracción y acudir a otros modos de entender la belleza. Por lo que recurro a una excelente reflexión de Santiago Segurola que nos facilitará el entendimiento “(El cautivador significado de la belleza”): “El escritor norteamericano David Foster Wallace escribió en 2006 un memorable artículo sobre Roger Federer en The New York Times. Lo tituló “Una experiencia religiosa” y hoy, en el anuncio de la retirada del maestro suizo, ese artículo se eleva como una cumbre del periodismo deportivo. “La belleza no es el objetivo del deporte competitivo, pero el nivel más alto del deporte es el perfecto escenario para la expresión de la belleza humana”, escribió Foster Wallace, que refirió su idea a un tipo de belleza cinética, representada como ningún otro por Federer…

        (…) “En muchos aspectos, Federer ha sido un maravilloso engañador, un esteta armado con todos los recursos de los pegadores en el rugoso campo profesional  del tenis. Federer volaba como una abeja. A ningún otro deportista le define mejor la célebre frase de Muhhamad Ali. En su etéreo tenis guardaba un arsenal de recursos, de golpes que fascinaban  por su delicada belleza y el temible impacto que producían a su alrededor, consagrado en un palmarés impresionante…”

          (…) “La gente le recordará como un campeón impecable, de una excelencia acentuada por el placer que ha producido… Cuando comienza a abatirnos el mantra de lo único que importa mes ganar, conviene acudir a Federer. Ganó todo, venció a todos y nos procuró la inmensa felicidad a la que se refirió Foster Wallace”.

          En cualquier caso, aviso a navegantes, se puede ganar y se puede perder, pero nunca deberíamos renunciar a la belleza intrínseca de las cosas, de los gestos, de los hechos… Sin caer en la vieja trampa de "Prefiero ganar antes que jugar bien". Viejo contrasentido que muchos todavía se creen. Incluso, otras veces, aspirando a un fútbol bello es como si fuera contradictorio con la obtención de victorias en las diversas contiendas. Ya escribimos otro ensayo con el título y aseveración de que "El fútbol bueno no es igual a jogo bonito", pero ambos compatibles al fin y al cabo.