EDITORIAL: "EL ESPÍRITU DE CONTRAATAQUE"
Leí a Menotti, hace ya bastante tiempo, un artículo en el que resaltaba una particularidad del fútbol de contraataque, una clave fundamental: Para ejecutarlo bien el número de atacantes siempre debe ser superior al de los defensas. Sin duda, esta opinión no es muy conocida y podemos averiguarlo cualquier domingo, en cualquier retransmisión, cómo el narrador del partido convierte muchos ataques rápidos en contraataques cuando éstos no reúnen la premisa citada. No digamos sobre la confusión de los aficionados aún menos versados en la materia Ahora bien, una cuestión es el procedimiento práctico por el que se desarrolla una acción de contraataque y otra más profunda es cómo se forma esa cultura de juego específica. Aquello que Dave Sexton explicaba con fina sutileza en su libro Fútbol y que definía como El espíritu de contraataque.
Hay equipos que sólo atacan, es su grandeza, es su seña de identidad. Otros equipos, por la composición específica de la plantilla de jugadores, tan solo se dedican a defender. Ahora bien, existe un estilo suplementario de los dos anteriores consistente en conseguir la pelota para iniciar un ataque inmediato. Tanto el ataque como la defensa son acciones naturales que van implícitas en las propias características de los jugadores. Ahora bien, contraatacar requiere una actitud distinta de la que deben imbuirse los jugadores y aprender la esencia de ese estilo concreto y diferenciado. Lo ideal en el fútbol es mantener el ataque sin ser castigado a la vez que la acción de retroceder es entendida como negativa; por lo que el contraataque puede cumplir esa idealidad y compaginar ambas situaciones.
Aquí es bueno señalar, mediante una metáfora, lo que queremos significar. Imaginemos el brazo de un boxeador cuando antes de poder atacar debe retroceder, previamente; por otra parte, damos por sentado que la acción de retroceso no es negativa ni defensiva por sí misma. Incluso debemos vencer cierta tendencia crítica hacia el contraataque en el mundillo futbolístico pues pareciera que esas maneras empequeñecen a los equipos que las practican, cuando en realidad el contraataque es una fórmula muy eficaz de penetrar en las defensas contrarias. Y hay que estar preparados mentalmente porque, incluso, habrá jugadores que se opondrán, activa o pasivamente, al propio entrenador ya que creerán que se les pide renegar de sus papeles habituales en el partido. Hasta expresarán su temor de que dedicarse a recuperar la pelota puede convertirles en percherones
Cualquier táctica intimidatoria puede originar un cierto resentimiento de los jugadores que no están acostumbrados a ello. Por eso se necesita una preparación previa. Porque, en realidad, el espíritu de contraataque es un truco mental. Consistiría en proporcionar a los jugadores una gran confianza en sí mismos; también que posean el orgullo y la fe en sus posibilidades, que jueguen con dinamismo, con decisión, poniéndole fuerza, y aflorando la máxima energía para volver a ganar la pelota Porque en el contraataque, además de un específico conocimiento, se utilizarán las habilidades naturales pero los jugadores necesitan vigor para desarrollarlas, siendo la preparación física una condición esencial.
Ahora bien, si los jugadores no están convencidos de sus aportaciones en un juego de contraataque, pudieran sospechar que sus esfuerzos no son válidos y además creerán que sus carencias son descubiertas. Una vez que son receptivos y se convencen de lo que se les pide, los jugadores acaban entendiendo los principios inherentes con lo que serán mejores jugadores, también su equipo mejorará. Una vez aceptado el espíritu de contraataque, el grupo será más fuerte, menos vulnerable, y podrán elegir: Atacar, recuperarse y volver al ataque Porque el fútbol jugado así tiene de todo: Ataque, defensa, contraataque Comprobando los jugadores que su esfuerzo no sólo es defensivo y que todo el equipo acepta que nadie tiene bula, que no está nadie excluido de la tarea de recuperar el dominio de la pelota.
Entonces, ¿Cuándo empieza el contraataque? La mayoría dará como respuesta Cuando volvemos a conquistar la pelota que tiene el adversario. Y nos diría Dave Sexton: ¡Falso. El contraataque empieza cuando perdemos la pelota ante el adversario! El mismo criterio que mantenía Rinus Michels en su Fútbol Total cuando insistía que el ataque empezaba siempre cuando se perdía la pelota y no cuando se ganaba. De ahí que Sexton concreta la definición del espíritu de contraataque así: 1.Atacar; 2. Recobrar posiciones; 3. Conquistar la pelota; 4. Volver a atacar.
Como se ve, el espíritu de contraataque es toda una filosofía de actuación en un partido de fútbol. Insistiendo en la imagen mental de que algo tiene que retroceder antes de lanzar una flecha, batear una pelota, disparar un arma o efectuar un saque de tenis Igual en el fútbol, si se contribuye al espíritu de contraataque, antes de hacer daño al contrario hay que recuperar la pelota; estamos hablando más de una reacción que de una acción. Este acto de volver a la posición original es la fuente de energía desde donde se liberará después una fuerza concreta Lo ideal es inspirar una reacción tajante en las circunstancias en que la pelota cambia de dueño, precisamente cuando el dominio de ésta se pierde. Porque es en ese momento cuando los jugadores se mostrarán desilusionados, con frustración, la negatividad se apodera de ellos; ese es el momento crucial para aprovecharse de la situación y donde debe imperar el espíritu de contraataque.
En sentido inverso, nuestro equipo debe estar preparado también para no entrar en dicha depresión que sería aprovechada por el contrario. Si el jugador se libera de su desaliento, es la hora de la rectificación y el momento de hacer un esfuerzo adicional por el equipo. Esa energía suplementaria que el jugador aporta precisamente en el momento de la verdad, justo ahí tienen que aparecer las respuestas adecuadas para las que también hay que entrenarse, estar mentalizados sin duda. Aquí es donde un equipo muestra su espíritu, su carácter, aquí aparece la diferencia entre los ganadores y los desesperados
El espíritu de contraataque es lo que logra, la reacción productiva inmediata a la pérdida del balón y la cooperación grupal. Por lo que cada jugador debe hacer valer sus méritos preparándose para esos estados de ánimo, minimizando el desaliento, incluso haciendo ver a los jugadores que no se les pide que actúen como robots. Por tanto, cuando corresponda, los jugadores deben liberarse con presteza de la sensación inicial de humillación cuando se pierde el balón y tienen que volver con rapidez detrás de la pelota interponiéndose entre el adversario y la línea de gol Hasta los delanteros de peso liviano deben convertirse en defensores clave, cerrando el espacio o molestando a su adversario sin llegar al desafío físico.
Ese proceso de retroceder antes de lanzarse hacia delante es la clave. Por lo que cualquier intento de tomar atajos pudiera llevar a que los jugadores caigan en hábitos negativos, como quedarse demasiado atrás con la pelota, acularse a posiciones muy retrasadas en vez de ubicarse en posiciones positivas cuando su equipo está en la posición del balón. Luego, una vez recuperadas las posiciones, comienza la tarea inmediata de reconquistar la pelota Porque la recuperación del control del balón es todo un arte y hasta los delanteros deben acostumbrarse a frenar al contrario. Precisamente habrá que convencer a los atacantes para que también retrocedan inteligentemente, aunque su tendencia innata sea la de permanecer delante ocupando su zona preferida en el área de penalti del equipo contrario, allí donde están acostumbrados a conseguir veinte goles por temporada.
Con todo, las sutilezas apuntadas son auténtica orfebrería táctica que necesita una coordinación importante, un espíritu colectivo, un sacrificio responsable, una creatividad pujante en el momento de expansión hacia el objetivo. Si ese espíritu llega a cuajar en las individualidades, también en la colectividad, puede ser un estilo de juego suficientemente eficaz y positivo como para ser practicado por equipos de campanillas. Otra cuestión es que, cualquier equipo, en cualquier partido, haga una acción de contraataque y consiga gol bajo todas las premisas teóricas apuntadas. Todos los equipos pueden llegar a conseguir goles importantes en acciones de contraataque pero pudieran no estar impregnados del relatado espíritu de contraataque. No en vano, sería todo un modelo de comportamiento diferenciador.
En otro momento, debiéramos comentar otras cuestiones centradas en la técnica específica Al igual que citaba al inicio una clave puesta en boca de Menotti, la ejecución del contraataque tiene aún más particularidades.
MAROGAR (Julio.2008)