¿Competitividad es querer ganar siempre?

25.11.2023 00:00 de  MAROGAR .   ver lecturas

“El problema con los seres humanos es que éstos siempre están compitiendo con los demás, intentando demostrar quién es el mejor, y se han olvidado que estamos aquí para compartir, no para competir”. (José A. Pallavicini). 

            Cuando alguien quiere presumir de competitividad asegura, obsesivamente, que nunca le gusta perder ni a las tabas, actitud antiquísima que nos lleva a la niñez donde nos maleducaron en asuntos de pugnas competitivas. La verdad es que en la vida te cruzas con bastantes individuos que solo saben “refunfuñar” cuando las cosas no le van bien, ya en un juego, ya en un negocio, ya en un partido de fútbol, asegurando como descarga personal, con un descontrolado mal humor, que “no les gusta perder”, sin razonar que a todo hay quien gana y quien pierde ; y que no siempre son los mismos los que ganan. Así, de paso, se ponen la carátula de “competitivo” como si no hubiera otra cosa de la que presumir. De hecho, a mi más bien me parecen estas personas unos “maleducados” ya que ostentan con excesiva pasión su sello de ganadores impenitentes y no aceptan de buen grado las derrotas sobrevenidas, les cuesta aceptar que los competidores pueden ser mejores. Siempre he pensado que las personas no dejan de ser competitivas por el hecho de que pierdan en cualquier actividad emprendida, incluso si son inteligentes aprenderán para próximas aventuras y corregirán los defectos cometidos. 

           En “areahumana.es” leímos a Juan Cañadas, psicólogo deportivo, que “La competitividad es social, competimos frente a otra persona o personas. Y aquí surgen varias preguntas: ¿Somos seres competitivos por naturaleza o hay una personalidad competitiva? ¿Es bueno ser una persona competitiva? …vivimos en una sociedad exigente, donde se fomenta la competitividad y el hecho de ser mejor que los demás. Esto puede influirnos de manera positiva, nos ayuda a mejorar, nos incentiva y nos sirve de motor, nos da energía para ofrecer nuestra mejor versión. Pero también puede tener consecuencias negativas, y puede causarnos malestar, tristeza, frustración, miedo, sensación de fracaso o ineficacia, y afectar de manera importante a nuestra propia valoración personal y a nuestra autoestima”. 

            Francisco Castaño, psicólogo y autor de “La Mejor Medalla: su educación”, es contundente al respecto: “La competición está muy bien como medio de aprendizaje, no como fin. Se aprende a gestionar la frustración, a felicitar a quien ha ganado. Lo malo es cuando se usa para comparar y como presión. Ahí es cuando sufre la autoestima”. (…) “Cada persona, por múltiples circunstancias, tiene diferentes potenciales o ha entrenado y adquirido unas u otras habilidades. No hay una persona que lo haga todo bien, o todo mal. Muchas veces no hemos encontrado aquello que nos estimula lo suficiente - o no hemos decidido practicar con la tenacidad suficiente - como para dominar esa actividad”. (…) “Lo que hacemos y el resultado de lo que hacemos, no es lo que somos”.

            (...) “Que algo se nos dé mal no significa que seamos “malos”. Puedes tener habilidades sobresalientes en una actividad que no tiene valor para un determinado contexto social o cultural. Eso no significa que no valga lo que haces, y mucho menos que no valgas tú”. (…) “En muchos ámbitos, solo damos valor al resultado, y no al esfuerzo y empeño invertido en lograr un objetivo concreto. Además, ese resultado se suele valorar, como decíamos antes, en términos de todo o nada. En el mundo del deporte se ve claramente esta tendencia. Se suelen poner todos los focos en el ganador, el que queda primero, y tendemos a olvidarnos del segundo, “el perdedor”. Le quitamos mérito, cuando no sabemos cuál ha sido la trayectoria vital, el esfuerzo y energía que ha tenido que invertir para lograr esa posición. ¿Y el tercero, el quinto… el último?”.

           Es malo valorar nuestro esfuerzo, exclusivamente, en función del resultado obtenido en comparación con otra persona que ha competido con nosotros. Y digo “con nosotros” y no “contra nosotros”. Competir puede ser un incentivo, pero debemos valorar nuestro esfuerzo, las dificultades que hemos superado y que nos han llevado a ese momento, y dar lo mejor de nosotros. A partir de ahí valorar el resultado y aprender de él para mejorar: “Aspirar a ser mejores de lo que hemos sido, pero no mejores que los demás”.

            Sinceramente, los muy competitivos suelen carecer de educación deportiva. En realidad, solo saben ganar. Y si pierden no encuentran fórmulas para superarlo. Y no razonan que en su vida perderá muchas veces por lo que debe prepararse para esas situaciones. Por tanto, “Tenemos que conseguir un equilibrio entre nuestra autoexigencia y la aceptación personal, para ello debemos tener en cuenta algunos aspectos”.

         Por eso, debemos localizar algunas claves sobre la personalidad competitiva. Yo encontré esta pequeña muestra:

*** “Cuando competimos contra los demás, muchas veces, realmente estamos compitiendo contra nosotros mismos, contra nuestros miedos, nuestras dudas y nuestras inseguridades”.

*** “Las personas no somos unas mejores que otras, debemos aceptar que, en determinada habilidad o disciplina, siempre habrá alguien que lo hará mejor”.

*** “Una persona puede ser la mejor en algo durante un tiempo, pero no será la mejor en todo durante todo el tiempo”.

*** “No tengo amigos ni enemigos, solo competidores”. (Aristóteles Onassis).

          25. Noviembre. 2023.