Las teorías sencillas del fútbol. 2 de 2.
“De residuos de teoría construimos el martillo para demoler lo viejo”. (Mario Payeras).
El Atlético de Madrid ganó a Lokomotiv, abrió el marcador Saul con un brutal disparo de larga distancia, una faceta que practica muy de vez en cuando. La “Europa Ligue” es una excelente puesta en escena para un Atlético de Madrid que finalizó el partido 3-0 y que puede ser el preámbulo de una buena clasificación final. Mientras tanto, el Athletic de Bilbao perdió 3-1 contra Marsella, que Aduriz resumió: “Ellos son un gran equipo, con jugadores determinantes arriba, pero dejan opciones atrás y podemos hacer cosas en San Mamés. Ellos han estado bastante acertados de cara a gol, cosa que nosotros no”. Ambos equipos, ahora, a esperar su turno en el segundo partido decisivo.
En aras de un fútbol sencillo, no puedo sustraerme a textos como los del libro “Fútbol y matemáticas”, de David Sumpter, con alguna fórmula maravillosa, numérica o geométrica: “La teoría de mi padre sobre el fútbol es muy sencilla: en el fútbol se trata de aprovechar las oportunidades y no cometer errores. Desde su punto de vista, el balón va pasando entre los jugadores, adelante y atrás; a veces cerca de una portería, a veces cerca de la otra. De vez en cuando aparece una oportunidad. Un delantero está en buena posición y un centrocampista del mismo equipo tiene el balón. Un pase atraviesa la defensa, que estaba echándose una siestecita. El delantero consigue controlarlo y lo pone donde no lo puede alcanzar el portero. Después se vuelve a sacar de centro y todo el proceso empieza de nuevo. En su opinión, el fútbol se reduce a destellos ocasionales de habilidad por parte del equipo atacante o de mala comunicación por parte de los defensores. El resto es un caos. El análisis televisivo se centra en los actos de “brillantez” y de “genio” de los delanteros, o la “diabólica” y “sorprendente” defensa por parte de los defensores. Toda la discusión gira alrededor de los goles y de los fallos y uno o dos jugadores son identificables como los héroes o los villanos. La táctica se menciona brevemente en forma de la alineación que se muestra al principio del partido, pero se olvida con rapidez, y la atención se centra en las individualidades”. Ahí tienen una fórmula fácil de entender el fútbol.
Aunque continúa: “Resulta difícil discernir lo que ocurre en un campo de fútbol, aunque asistas a los partidos semana tras semana. Ya hemos visto que el azar juega un papel importante en los goles, pero mi padre lo lleva un paso más allá. Su razonamiento es que la naturaleza sorprendente e inesperada del fútbol se puede explicar por la falta de una estructura genuina del juego. Para él, deciden un partido los destellos de decisión y la habilidad individual, o la falta de concentración y atención. La táctica está ahí, pero la tarea más importante del entrenador es inspirar a los jugadores para que actúen de la manera correcta en el momento adecuado. Las formaciones son la primera prueba de que la estructura es importante en el fútbol. Algunas disposiciones funcionan mejor que otras. En el primer partido internacional de la historia entre Inglaterra y Escocia en 1872, los dos equipos adoptaron formaciones muy atacantes: Inglaterra con un 1-2-7 y Escocia con un 2-2-6. A pesar del énfasis en el ataque los dos equipos se anularon y el partido terminó sin goles. El fútbol ha cambiado mucho desde entonces. Los cambios se centran en parte en las reglas. En la época del primer encuentro internacional, los atacantes debían tener al menos tres defensores entre ellos y la portería para que no se les considerase fuera de juego. Esto explica por qué Inglaterra tenía siete delanteros: formaban una trampa de fuera de juego a lo largo de todo el campo”. Pues ya ven como el padre del matemático resolvió con fluidez verbal y no con raíces cuadradas…
Con idéntica transparencia me sorprendió el libro “Puskás sobre Puskás”. Aquel Puskas de toda la vida, de pronto lo vi escrito con un contundente acento, editado por Rogan Taylor y Klara Jamrich. Y es muy grato confirmar que muchos conceptos sencillos del fútbol provienen de los años cincuenta del siglo pasado… “En algunos círculos (y no solo en Hungría o en el bloque soviético), las innovaciones tácticas que aportaron los húngaros se consideraban una metáfora política. Era el fútbol “socialista” jugado por un equipo de talla mundial y liderado por un genio de la clase trabajadora. Incluso Puskás (una persona absolutamente apolítica y sin ideología) utilizaba frases como “compartir el trabajo de forma igualitaria”, para describir los elementos de la reorganización táctica del equipo que formaban parte de su “revolución” futbolística…” El Seleccionador de entonces, Gusztav Sebes, contribuyó a todas aquellas innovaciones: “Era lo suficientemente listo para no imponer un rígido sistema táctico a esos excelentes jugadores y prefirió favorecer un ambiente que permitiera la mayor libertad posible del talento individual. A pesar de todo, el conjunto era indudablemente un equipo”. Seguro que el padre del matemático Sumpter no conocía estos pormenores de la Selección húngara y sus principios futbolísticos, pero, al final, todas las piezas van casando: “Las redes futbolísticas tienen que ser muy flexibles. Las vías de avance quedan bloqueadas; surgen nuevas oportunidades en un parpadeo. Aunque un equipo puede empezar con una formación determinada, debe ser capaz de adaptar su forma a las condiciones y su adaptación debe ser rápida. Si tu oponente vislumbra una oportunidad antes que tú, entonces muy pronto irás detrás del balón en lugar de pasarlo. Todos los movimientos y contramovimientos en el campo hacen que sea tan difícil descubrir un patrón. Creo que eso explica de dónde procede la teoría de mi padre sobre el fútbol: las cosas cambian con demasiada rapidez para que pueda seguirlas. Los mejores futbolistas han pasado decenas de miles de horas entrenando para perfeccionar sus reacciones. Parece que responden de manera casi instintiva al juego, moviéndose inmediatamente para encontrar las mejores posiciones de ataque y defensa. Para muchos de los que los vemos resulta difícil saber a dónde van o que están haciendo, pero para ellos es una segunda naturaleza”.
Remitiéndonos al Seleccionador húngaro, Sebes, se vislumbra una manera inteligente de hacer: “Vio enseguida las ventajas que un sistema de administración centralizado con mando y control podía aportar al fútbol (por supuesto, era el modelo que se utilizaba en el fútbol soviético)… Podía elegir a prácticamente toda la selección en un solo club y a la mayoría de sus reservas en otro, y utilizar el mismo sistema táctico semana tras semana…” (El Honved de Budapest constituía el bloque fundamental de la Selección) ¿A qué les recuerda esta actuación en España? ¿Cómo obró Luis Aragonés respecto a la Selección española al contar con una mayoría de jugadores del Barcelona? ¿Por qué Vicente del Bosque continuó con similar formato además de evolucionar y cambiar con inteligencia casi la mitad de los futbolistas? ¿Conocían ambos Seleccionadores esta práctica de los años 1950 en Hungría? Por tanto, hacía sesenta años que estaba descubierta esa manera de hacer, aunque a veces queramos ir de creadores… Por supuesto, los futbolistas se adaptaron a sus tiempos y a las nuevas tendencias del entrenamiento, del juego, del arbitraje y sus Reglas evolucionadas, también a las capacidades de los equipos contrarios, etcétera. ¿Podrá recurrir a la misma estrategia sencilla el actual Seleccionador, Julen Lopetegui? El Mundial 2018 está ya muy próximo y se se verá obligado a buscar la cacareada sencillez con otra fórmula práctica distinta a sus antecesores…
Sin duda, el fútbol resulta de difícil comprensión en sus distintos aspectos, como lo que contó Per Mertesacker en “Der Spiegel” a la espera de su retirada en el Arsenal: “Seré libre por primera vez en mi vida”. Cuenta el central que ”las náuseas le atrapan durante cuatro a cinco segundos antes del inicio del partido por la presión que sufre y reaparecen durante todo el duelo. Mi estómago se revuelve como si tuviera que vomitar. En una ocasión tragué la bilis tan fuerte que hasta mis ojos se llenaron de lágrimas”. Añadiendo: “Todo esto no puede sonar como una queja, porque por supuesto soy consciente de los privilegios de mi vida. Es la primera vez que cuento lo de las náuseas. Luego viene la diarrea, en la mañana de cada día de partido, mirando hacia atrás ha ocurrido en más de 500 días de mi vida. Nunca tuvo ningún efecto en mi desempeño”. Y amplió sus percepciones sobre el fútbol: “Nunca quise convertirme en futbolista profesional. El fútbol era mi hobby y eso es todo… Es difícil de explicar, pero es como un remolino del que no puedes salir”. (...) “Sé lo que he hecho, la carga que he tenido que soportar. Lo que he perdido, la juventud, privacidad y libertad, Pero lo elegí de esa manera, nadie me obligó a hacerlo”. Todo ello confirma que no es oro todo lo que reluce en el fútbol, que no todo es sencillo…
Salamanca, 12. marzo de 2018.