¿El rugby puede aportar al fútbol?

20.02.2016 19:35 de  MAROGAR .   ver lecturas

Antes del fútbol fue el rugby, hasta la separación formal de reglas, directrices, formas jugadas y demás… Cada deporte evolucionó a su manera, así como sus entrenamientos, sus tácticas, sus modos y maneras de competir… Por tanto, aquel hermanamiento de origen, es lógico que haya dejado impregnados aspectos seculares, manteniendo ideas y conceptos afines, pensamientos y reflexiones profundas que hayan evolucionado en sus adaptaciones propias. ¿Qué podría aprender el fútbol del rugby en el momento actual? Aparte su apariencia ruda y, quizás, menos estética de sus jugadores, el fútbol aparenta menos entrega física incluso  menos fuerza mental colectiva que el rugby. Por otra parte,  el contacto físico del fútbol es más mollar, a lo que contribuye el propio arbitraje que pita en exceso sin valorar los actos de buena fe. Incluso el rugby contribuye con un mayor respeto a los códigos ancestrales, unos comportamientos que no son conflictivos en la práctica, la agresividad deportiva no atraviesa ninguna línea roja, las lesiones graves apenas contabilizan. En el rugby, mucho más que en el fútbol, se respeta al máximo la figura del árbitro. En ese pelea continua por el móvil-balón el fútbol ha ido añadiendo artimañas y teatralización de los jugadores que en el rugby no se presentan, incluso está mal visto.

“Se empujan como canallas y se derriban como caballeros”, reza un dicho del espectáculo del rugby que trasciende a las gradas. Es verdad que el espíritu del rugby, en general, es mucho más amateur que el fútbol. Hasta se mantiene la idea del “tercer tiempo”, donde tanto los ganadores como los vencidos departen sobre el partido en torno a unas cervezas. Precisamente los entrenadores de fútbol ingleses siguen manteniendo aquellas costumbres históricas y se relacionan entre sí, después de los partidos, compartiendo una botella de buen vino mientras comentan el partido recién finalizado. El partido ya ocurrió y el “fair play” es un pauta de comportamiento. El fútbol español se alejó de este sentir y se mantienen esas reacciones tan “bilardistas”: “Al enemigo, ni agua…”

Se asegura que “del rugby nos llegan los valores y principios de la sociedad a la que aspiramos; el fútbol representa en cambio lo que realmente somos”. En un artículo de Frankie Deges se puede leer que “el rugby transmite valores, educa. Están los que aprenden rápido y a los que les cuesta más. Esencialmente es un ámbito sano con mucho por enseñar”. El seleccionador japonés, Eddie Jones, acudió a Münich para adquirir conocimientos en busca de una mayor flexibilidad en el juego de su selección. Y se habla de aquel ensayo resuelto por Japón frente a Sudáfrica porque supuso una gran sorpresa en la historia de los Mundiales de rugby. Hay quien asegura que tuvo las características que tanto el Barcelona como el Bayern de Münich de Guardiola resuelven situaciones con el manejo del juego de posición, además del pase y la presión en el lado fuerte que, posteriormente, descargan al lado débil (El contrario de donde circula el balón). Por tanto, estos intercambios entre entrenadores de disciplinas deportivas distintas pueden, y deben, mejorar los respectivos deportes. A principios de los setenta, Stefan Kovacs escribía su libro “Fútbol Total” (Había sustituido a Rinus Michels en el Ajax) y la idea básica del “Fútbol Pressing” que practicaban procedía del baloncesto así como las rotaciones y los relevos técnicos (con balón) horizontales en el frente del área de penalti estaban entresacadas de la táctica del balonmano. Eddie Jones declaró: "Lo más importante que he aprendido es que debemos ser tácticamente más flexibles. Necesitamos reaccionar dentro de la cancha y hacer ajustes a lo largo del partido. Rugby y fútbol son muy parecidos, siempre hay que mover la bola al espacio: el Bayern y el Barcelona de Guardiola han jugado el mejor fútbol de pase que nadie haya visto. Los principios son exactamente los mismos en el rugby. Los mejores equipos de fútbol cambian su profundidad y su formación para crear espacios".

Por cierto, el Mundial de rugby aportó aspectos tecnológicos para la mejora de la competición, una cámara en el pecho del árbitro, sus deliberaciones a micrófono abierto, consultas al juez de vídeo sobre alguna jugada dudosa, fue una buena aportación educadora para jugadores y aficionados. Lo que no resta ni pasión ni entusiasmo competitivo. Eso sí, “si se implantara en el fútbol las medidas que ya son corrientes en el rugby la industria de la porquería debería desaparecer…” John Carlin escribía (2.11.2015, ElPais.com) el artículo “Rugby vs fútbol”. “… después de haberme visto atrapado por la calidad del espectáculo en los campos de rugby de Inglaterra y Gales durante los últimos 40 días, me pregunto, ¿qué pasaría si se borrara el disco duro de mi memoria y empezara a ver el rugby y el fútbol de cero? ¿Por cuál de los dos me inclinaría?... La diferencia reside en la intensidad. En el fútbol uno puede especular más, por ejemplo pasándose la pelota en su propio campo de acá para allá con poco riesgo. En el rugby hay más pausas, es cierto, pero cuando la pelota está en juego cada segundo vale. El más mínimo lapso de concentración por parte de cualquiera de los 15 jugadores en el campo puede generar una oportunidad para que el equipo rival puntúe. Los jugadores tendrán pinta de trogloditas, varios de ellos, pero deben estar permanentemente haciendo cálculos que requieren un alto grado de rapidez mental. El rugby no es un deporte para tontos. Ni para cobardes, ni para gente que carezca de la más extraordinaria condición física”.

(…) “Los jugadores de rugby sangran, no fingen, y el respeto que demuestran a los árbitros y a los rivales contrasta gratamente con la cultura quejica en los campos de fútbol. En cuanto a los aficionados de rugby, son el espejo de los jugadores: menos histéricos que los hinchas de fútbol, más generosos a la hora de reconocer los méritos de los equipos rivales”. (…) “Lo razonable, en resumen, sería decantarse por el rugby, aunque para mí sea demasiado tarde. El fútbol seguirá siendo mi deporte número uno. Objetivamente, además, tiene sus ventajas sobre el rugby. Por nombrar solo un par de ellas, es más democrático: los bajitos y los delgados tienen iguales o mayores posibilidades de triunfar que los grandotes; y el arte de Leo Messi no lo supera la gran estrella del rugby neozelandés, el medio apertura Dan Carter, ni de cerca”. Como vemos, “La Opinática” puede ser diversa diversa en las comparaciones de los dos deportes, aunque siempre es muy bueno saber la opinión razonada de los profesionales que intentan desarrollar e incorporar nuevos conceptos a su deporte principal.

Sería curioso hacer una lista de futbolistas, de los mejores, que pudieran jugar al rugby.  Tengo la sensación de que Neymar, Messi, Iniesta, Isco, James, Alves, etcétera, no valdrían para jugar con la misma solvencia que lo hacen en el fútbol. Aunque tácticamente estuvieran capacitados… ¿Y eso que significaría…? Pues que el fútbol es más democrático en la utilización del propio cuerpo en el control con los pies, sus superficies de contacto, y otros recursos técnicos que no fueran las manos… Pero, como siempre, es una mera opinión a “vuela pluma”… ¿Y cuántos jugadores de rugby podrían jugar al fútbol...? Tácticamente podrían jugar muchos de ellos pero su técnica con los pies sería muy primitiva salvo los golpes precisos de los ensayos...

Salamanca, 20 de febrero de 2016.